viernes, 16 de julio de 2010

Los Zuchos del Vado no retroceden nunca

Demo del 23 de octubre de 2009


Abandonados en el dato de la chacota dicen sus integrantes que la banda ha tenido más bateristas que fans; que ha sido carne de cañón para abrir tocadas; que el nombre se le ocurrió al guitarrsita Oswaldo ‘Cabezón’ Calle minutos antes de tocar en el segundo festival Madre Tierra de Cuenca.
Pero también cuentan que todo empezó cuando eran estudiantes de biología en la Universidad del Azuay, y el ambiente rockero de la ciudad estaba dominado por grupos como Sobrepeso, Bajo Sueños y Basca. Para marcar fecha dejan el 2002 como punto de arranque. Sin embargo, el ‘Cabezón’ recalca que el bajista Jaime Martínez fue la chispa que metió candela.
Jaime venía de Rojo Garrote donde compartió con Maceo Galindo, quien también se unió a Los Zuchos. La primera formación la completaron Juan Pesantes, Gonzalo Córdova, Javier Fernández, Sebastián Vasco y Oswaldo Calle. “Una época linda y de experimentación donde todos tocaban y todos jugaban”, dice Calle sonriente, quien empezó como fan y terminó como guitarrista.
Los Zuchos se consideran panas del alma que comparten vida y fantasía. Pasando por cama, mesa, diversión y su buena ración de irresponsabilidad. Desde el inicio abonaron el terreno de la amistad y de esa perspectiva no piensan salir. Ilustran el pensamiento con el título de una película: Retroceder nunca, rendirse jamás. Con esa idea comulgan y en ella permanecen pese a los inconvenientes. Los primeros tiempos invadidos por la dificultad marcaron el camino. La banda organizó festivales de la nada, sin apoyo, prestando instrumentos, sin tener un lugar donde ensayar. “Lo único que había era muchas ideas”, expresa Martínez. “Esas nos duran hasta ahora”, complementa Calle.
Su primera tocada en serio fue en la facultad de Arquitectura de la Universidad Estatal. Desde ahí su rock experimental habitado por el desparpajo y el desenfado, donde los ritmos africanos tienen protagonismo, creció con la madurez de los integrantes de la banda, y con el enfrentamiento de sus seguidores, que los colocó como los favoritos de escena alternativa cuencana.
“En nuestro momento de gloria llegamos a ser nueve integrantes. Teníamos un acordeonista de origen germánico”, recuerda Martínez. Ahora son seis, pero no le pierden pisada al rock. Los Zuchos del Vado se han convertido en una banda irreverente y visceral; con letras donde hay buena dosis de descarga política. Sin embargo, su propuesta no está exenta de creatividad, ni de crítica a los ciertos ciudadanos (“basura”) como dice el tema No mambes kuenkbronk.
La banda considera que el punk y el blues son obras de arte porque se requiere de mucho ‘duende’ para sacarle “chispas del pecho a la gente con tres tristes acordes”. Desde sus primeras canciones que datan de 2003 Don Soluka, Caliente y Porno punk, el grupo dejó marcado la ruta del sonido. En esa línea ha permanecido fiel, pese a los cambios de integrantes.
Su primer disco pegó fuerte. “No tenía nombre y la gente lo bautizó como Advertencia porque la portada tenía una cartelito con esa palabra”, dice Martínez. Aprovechando el auge de ese trabajo, el grupo propuso al año siguiente Perro muerto.
Ese material les abrió las puertas del Ecuador. La banda pudo conquistar al público del QuitoFest durante 2004 y 2005, donde dejó en claro su propuesta por la Tierra, la libertad y el rock.

No hay comentarios:

Publicar un comentario