jueves, 23 de diciembre de 2010

Las nuevas alternativas

Demo del 06 de noviembre del 2010


La excusa para crear una banda alternativa puede ser el aburrimiento que produce una forma de hacer música que se repite sin cesar y hasta el hostigamiento, y para colmo muchos creen que se trata de algo diferente.

Entonces las condiciones para que aparezca un grupo como Televisónica (Transporte) se hacen evidentes. Esta banda, que busca meterse en la cabeza de cualquiera que le dé una oportunidad y conseguir que Guayaquil se convierta en una ciudad más artística, no quiere fama ni fortuna. Desea un cambio general de pensamiento.

Nada sencillo es lo que pretende. Sin embargo, Televisónica va con su tiempo y con su aire. Con su música acústica, experimental, folk y rock. Con canciones como Oxidante (boy), Y, Gran olor (lados ocultos), 2 vasos de café.

Una propuesta que bien podría ser una broma porque, según el grupo, todo comenzó bien lejos de este mundo. Con apenas ganas de seguir viviendo, compraron una guitarra entre cinco, casi costó 45 dólares en 2002. Hay una historia que sirve para sumar risas con un par de profesores borrachos que les enseñaban el re, la, mi.

Después de unas cuantas clases con canciones del recuerdo, los integrantes comenzaron a escuchar las cosas, a dejarse llevar por el momento que aún no termina. Apareció la melancolía, los tonos grises, la depresión y la mala ortografía.

Todo para crear un grupo que no vuela con drogas, sino con cosas más apegadas a la realidad y la ficción. En una entrevista para gye-ind.ec confesaron que no les gusta mentir: “Somos amargos y no escribimos algo positivo porque no lo somos, ya hay muchos alegres, alguien tiene que hacer el trabajo sucio”.

La música de Televisónica es triste. Deprimente, desesperante, un poco escondida, tranquila. Jonathan Coronel dice: “Te puedes relajar si quieres, no es cuestión del estado de ánimo de la persona; es un poco misteriosa, sentimental y no muy saturada. Simple y sencilla, el corazón y las fantasías mandan. Hasta que mis sueños dejen de darme los sonidos y las cosas que veo… con cosas de este tipo, o cómo estoy cuando mi percepción es aguda”.

The Fonetics parte de los sonidos. La banda está caliente y recién llegada, ya que apareció a inicios de 2010. Un pensamiento fue el que dominó desde el nacimiento: hacer un grupo con sonidos bien establecidos.

La identidad de la banda está marcada con la cercanía al movimiento brit pop; el indie que tuvo su apogeo en los años 90 y con un repertorio bajo las influencias de grupos como The Libertines, Interpol, Oasis, entre otros, que despertaron en The Fonetics el ideal de hacer música y hacerse escuchar.

El nombre surge sin mayor trascendencia e importancia, simplemente de la fonética. Eso le sirve a los integrantes para entender mejor el lenguaje humano, y la idea de seguir esa tendencia. Los que dan vida a esta banda guayaquileña son Enzo Flores en guitarra, coros y efectos; Gonzalo Solórzano en voz y guitarra y Marcos Sollozante en batería. Las huellas del grupo dicen que Flores ya llevaba tres años tocando y explorando junto a Solórzano, quien con el tiempo descubrió el potencial de su voz.

El recorrido los llevó a afianzarse y crear canciones como Llévame, Sentimientos comparables, de la cual también hay un video, Visiones a ella y Pensar. Composiciones que han logrado colarse en la cabeza de la gente joven.

El proyecto Platinum surgió a inicios de 2009 con el objetivo de proyectar un género que buscaba ser diferente a lo que estaba sonando. Lejo Arias en voz, Joshua Ambuludi y Pablo López en guitarra, Álvaro Verdesoto en batería y coros decidieron poner en cada canción un poco de cada uno y sonar con su rock alternativo, punk y pop.

Con una maqueta ingresaron al concurso Garage Band 2009, donde Platinum quedó entre los mejores bandas con el tema No volveré a caer. Este fue el inicio de lo que se llamaría Pensamientos neutrales, disco que esperan colocar a mediados de 2011 y sumar con los temas Aquí y ahora, Señales y Horas, que ya están sonando.

K-K siempre se identificó con el subterráneo

Demo del 22 de octubre del 2010

La historia empieza simple. Unos estudiantes de un colegio de Guayaquil quieren hacer una banda para participar en una feria de ciencias. Se reúnen a ensayar en un cuarto. Tapan puertas y ventanas con sábanas. No quieren molestar a los vecinos. La bautizan Spring Gardens. Teddy Jiménez, José Miguel Garzón, Carlos y Arturo Echeverría, y Daniel Patiño, que apoya de vez en cuando; tocan covers en fiestas, reuniones de panas y kermeses.

Después todo se complica. Jiménez piensa que con ese nombre les van tirar rosas en lugar de insultos y cervezas. Un concierto el 23 de mayo de 1995 en el teatro Chaplin -hoy Barricaña- marca la diferencia. Antes de salir a escena cambian el nombre a K-K. La gente los recibe entre risas y expresiones de burlas. Les gritan: “cagados”, “apestan a mierda”. Igual esa noche tocan versiones ajenas. Al final el público los acepta.

La piedra comienza a rodar. Es una roca que golpea duro. Jiménez dice que su vida en los barrios populares le curtió el espíritu. No hay por qué inventar nada. Todo está ahí como una realidad que no se puede eludir. Disimular. Se lanza con todo y escribe canciones crudas y rabiosas. Víctimas de la alta sociedad, No kiero autoridad, Kontrol, Puta sociedad, Desertor, Represión policial, Presión, Por huevadas, Loko, Rikos, Solución, Basta ya, Te apesta la trompa, Hartos ya, Maldita vida, No, Angustia. Faltan más, pero el mensaje se fue metiendo en cada concierto. Y quedó.

Ya no hubo fiestas rosas ni reuniones bobas. La banda entró en las profundidades de la movida subterránea. El underground, para los que prefieren el inglés. “La K representa el punk. Es algo fuerte. Parte de una ideología. Nuestra música es de todos, abre ventanas. Es un desahogo del callado. De aquellos que no tienen el valor de expresar lo que piensan”, dice Jiménez.

En el Puerto Rock de 1996 K-K despegó. Una vez conectada con el medio subterráneo, decidió conservar esa línea cruda de decir las cosas por medio de sus canciones. Jiménez en bajo y coros, Carlos Echeverría en guitarra y voz, Arturo Echeverría en batería y Javier Cabezas en guitarra y coros son los integrantes actuales.

Ya ni recuerdan la fecha en que grabaron su demo. Hoy su público lo considera un clásico. “Todo es por decir las cosas que vemos en nuestra sociedad”, remata Jiménez. “Hicimos Anikilados, Estado de excepción, Sin lugar; temas nuevos que sin lugar a dudas retratan la actualidad”, afirma.

K-K se define como una banda “contrera” a las órdenes y avisos de gente encorbatada, “...que piensa tener poder sobre todos los que conformamos una sociedad”. La banda recuerda que sus composiciones no se dirigen a ningún ser imperfecto que gobierne actualmente, porque los temas son hechos en versión pasado, presente y futuro. Sus integrantes están tranquilos porque consideran que pueden influenciar en la parte intelectual a las generaciones posteriores.

De sus experiencias repartiendo miserias, la que más recuerdan fue un intercolegial organizado por el ITV en el coliseo Voltaire Paladines. Esa tarde no se habían puesto de acuerdo con el repertorio; los hermanos Echeverría se pelearon y el baterista se fue. “Improvisamos con mi pana el gordo Cabezas, que siempre estaba en cada tocada y se sabía los temas; subimos a escena con él y destrozamos esa tarima”.

La gente presente reaccionó. Las sillas volaron. Las botellas también. Alguien cortó el sonido. Llegó la Policía, los bomberos. “Al día siguiente en la primera página de diario El Universo estaba la foto de nosotros y del público haciendo mosh”, recuerda Jiménez.

K-K siempre ha estado activa. Aclara que no tiene nada que ver con el grupo Desorden, que solo Carlos Echeverría toca ahí. La banda nació para compartir su energía. A veces no cobran, les gusta lo que hacen, lo que dicen y lo que intentan transmitir a su público.

Ellos no son un prototipo

Demo del 15 de octubre del 2010


Hay que observar a Esputo Catatónico. Nada parece destruir ni conmover al trío que forman Manuko, Javier y Juan; así, sin apellidos. ¿Para qué más? Con ellos no hay adornos, solo punk del verdadero y con la actitud que ello implica, y rock, mucho. Casi todo lo demás sobra, molesta y estorba.

Las fechas no importan. O mejor dicho, “a eso no le paran bola”. Los escenarios tampoco. Sin embargo, hay una historia que empezó en Guayaquil, tal vez, a finales de 2004 o comienzos de 2005. Ellos dicen que todo arrancó con Manuko en voz y guitarra, Javier en el bajo y Juan en la batería. “Así tiramos nuestro esperma bucal en su momento”, confiesan. En medio hay un tiempo donde Manuko y Javier se conocieron desde niños -cuando tenían cuatro años- y compartieron alcohol, fiesta y desorden, que no solo sirve para la anécdota; fue un tiempo de aprendizaje y definición.

Una época para acercarse a La Polla Records y Eskorbuto, grupos punk del País Vasco español que marcaron el juvenil cerebro de estos tipos que luego se hicieron músicos. “Empezamos a escuchar el punk berraco y con harta fuerza. De ahí sacamos nuestra primera canción que se llama Sangre coagulada”, recuerda Javier.

Pero en justicia hay que aclarar que ellos querían hacer un grupo parecido a 2 Minutos de Argentina. Al inicio Javier tocaba la guitarra, Manuko quería la batería y Juan otra guitarra. La aventura siguió con un órgano al que le metían efecto de batería y una guitarra de palo; con eso hacían ruido.

Juan dice que desde la primera vez que se sentó a repartir golpes en la batería, comprobó que ese era su instrumento. Empezó sin saber absolutamente nada y luego le pidió a sus padres que le compraran una. La familia siempre lo apoyó.

Al principio nadie les prestaba atención, incluso los despreciaban. Reconocen que tocaban horrible, bien feo. “Éramos unos pelados con bastante resentimiento. Después del colegio nos íbamos a cantar en los buses para conseguir dinero para el trago”.

Este es el grupo que canta: “La delincuencia está planificada. La delincuencia no está armada. La delincuencia está uniformada”, en el tema Devastación.

También hay otros títulos para investigar: Puta vida, Degenerar, Víctimas, Nos inyectan, Cráneos reventados... una colección de la que, por supuesto, Esputo Catatónico está orgulloso.

Antes del nombre actual se llamaron Ver-Sacrum. Ensayaban en la casa de Juan. “Aquello era un desastre... pero muy elegante”, ríen a carcajadas. “Sin ninguno tener la más puta idea de cómo diablos tocar. Haciéndolo por necesidad. Necesitamos escupir la mierda que pensamos”, expresan.

En 2007 llega alguien a quien llaman Pedro; él se encargó de la segunda guitarra y compartieron algunas tocadas. Luego se va por un tiempo debido a circunstancias que no les interesa contar. Regresa en 2008 y el asunto se disparó sin control.

Lo dicen ellos: “Así, juntos, estos cuatro malparidos escupen su odio, morbo, adicciones y enfermedades. Somos los mismos que en 2009 por prostitución de aquellas palabras, las cuales no pertenecen a nadie, y deciden cambiar el nombre”.

Esputo Catatónico vive y toca punk. Descarga sus terribles ideas con fuerza. Musicalmente es un grupo donde no hay mucho para analizar. En su sencillo y casero demo, que se llama Entre détritos y basofias, se encuentra parte de lo que representa este grupo. Allí nada es complicado, ni los arreglos ni las letras. Lo único arriesgado es meterse en el mundo que propone.

The Ultimatum saca las garras

Demo del 3 de septiembre del 2010


La locura por hacer música empezó temprano en la vida de Adryän Peñaherrera (Mad Hardyan). Sin embargo, antes hubo otra pasión: el dibujo. En su infancia siempre estuvo corriendo para descubrir los secretos de un arte que atrapó a su padre José y a su tío Luis.

Esa pasión lo ha convertido en un excelso cultivador del cómic, tanto que junto a David Méndez (D-Mente) creó en 2009 la revista 9th Zone. Él se tira perlas y dice: “Es la mejor revista de cómics que haya parido Ecuador”.
“Nuestra música va dirigida a todos, sin discriminar raza, sexo o religión. Nos inspira lo que vemos en los medios...”

La música siempre estuvo presente, sobre todo el rock. Desde aventuras en grupos que duraron poco, como Pancho Negro, y otros intentos que dejaron más dudas que méritos en algunos compañeros de andanzas, Peñaherrera ha combatido, muy a su modo, desde la trinchera del metal. En ese combate perdió algunas batallas y ganó la más importante, porque ahora tiene su propia banda: The Ultimatum Tk.

En busca de los rastros de una historia que contiene algunos elementos impublicables, se llega a septiembre de 2006. Ahí empezó el desarrollo creativo junto a José Luis Padawan Sánchez y Javier Chochito Maldonado. “Ejecutábamos temas que sonaban más por la línea grunge y rock fuerte de garage con tintes hardcore, ¡una mezcla tremenda!”, dice Peñaherrera. En aquel entonces la agrupación se llamaba K-nha-mö.

Los años pasaron acompañados de los inconvenientes con los músicos, sobre todo porque encontrar un vocalista de calidad siempre fue una complicación.

En 2009 aparece Daniel DØD Bateman Torres con su poderoso bajo guitarra de seis cuerdas, quien le da ese compás contundente a cada canción. Más tarde llegó Reynaldo Chelas con su aguda voz para meter un ambiente más heavy-metal. Junto al melódico guitarrista David Lust Ludeña, la banda quedó completa para hacer desmanes.

Un cambio de estilo también llevó a otro nombre: Tenchu-fo, que Peñaherrera define como una especie de parodia a los grupos de j-pop y el anime, debido a que constantemente el grupo recibía invitaciones para tocar en convenciones de cómic y anime.

Sin embargo, por problemas personales, antes de que finalice 2009, Reynaldo abandona la alineación, dejando nuevamente ese “hueco maldito” que tantos conflictos ha originado en la banda.

Ante este inconveniente, el grupo cuelga un aviso en Internet solicitando un cantante. La respuesta llegó de parte de Xavier Brux Bruque, quien empezó 2010 aplicando su talento con Tenchu-Fo. Tiempo después Ludeña deja el grupo inesperadamente y su puesto lo ocupa el hermano del vocalista, Khristian Bruque o mejor conocido como Brux Brother II. Con ese personal la banda funciona hasta la actualidad, pero con su nuevo nombre: The Ultimatum Tk.

Peñaherrera explica que T es en honor a Tenchu-fo y K por K-nha-mö, respectivamente. “Ultimatum fue una resolución definitiva por emprender este reto de hacer música fuerte”, afirma.

La definición la hace el propio grupo. Este quinteto guayaco presenta una fusión “encebolladesca” muy agresiva basada en las tendencias de la música metal extrema de ayer y hoy, desde el death, grind, pasando por el hardcore, punk, la movida del metalcore, hasta incluso sonar, en sus temas suaves, a rock grunge y fuerte de garage.

La filosofía que describe sus letras son, en cierta forma, apocalípticas y autodestructivas; todo con la finalidad de la liberación del ser humano, que puede hacer poco o nada, ante tanta corrupción y opresión de un sistema que lo jode hasta la muerte.

Como por ejemplo la banda presenta Destroy, destroy, un tema que incita a la liberación del “yo interior” en su máxima expresión personal, de manera agresiva.

“Nuestra música va dirigida a todos, sin discriminar raza, sexo o religión. Nos inspira todo lo que vemos en los medios, lo que vivimos a diario, todo eso que hace de esta vida una auténtica bomba de tiempo sin conocer qué nos depara el destino”, dice Peñaherrera.

De a poco y con paciencia, fe y perseverancia The Ultimatum Tk avanza. Su anhelo es ser parte de los mejores carteles rockeros y metaleros a nivel local y nacional. Por esa razón está en pleno desarrollo de su primer demo, material inédito que ya tiene título MMXII: Hard & Light 4-All. “Un disco que tenemos planificado para finales de este año”, comentan.

Como parte del show extravagante de The Ultimatum Tk ha ingresado a sus filas Ojo Rojo, un alma que recorre las calles de Guayaquil en busca de algún destino para su vida.

La banda pronto meterá chicas en sus presentaciones, con el fin de que se conviertan en la sensación de la pista.

Prótesis llega desde Quito para provocar

Demo del 9 de octubre del 2010


Hace diez años se produjo el primer encuentro de algunos de los músicos que integran Prótesis. Los guitarristas Felipe Jácome y Santiago Jarrín mantienen la química y la amistad desde ese tiempo. Los otros amigos que participan en este proyecto son el baterista José Miguel Ruiz, el bajista José Antonio Álvarez, el cantante Haeckel Rivadeneira, y la recién llegada Jolynn Vallejo, quien suma en la parte vocal y coros.

La banda funciona con el nombre de Prótesis hace dos años. Ya tiene su primer disco listo y masterizado, sin embargo, sus integrantes están esperando el mejor momento para presentarlo oficialmente. La producción se llama Maquinaria melódica y tiene siete temas. Es un EP al que el grupo le está dando un tratamiento de disco grande. “Le estamos dando la importancia que merece”, dice Jácome. “No queremos descuidar detalles y tampoco estamos apurados”, asegura.

Intentando una aproximación al trabajo de Prótesis, se puede decir que su música es una forma de ver y entender la vida. Una propuesta donde siempre es necesario tener una opción. Como un molde que se adapta a la piel, o en este caso al oído.

“Queremos demostrar con nuestras composiciones y con lo que pasa dentro de la banda, que hay muchas cosas que suceden alrededor de las personas”, dice Jarrín.

Un concepto donde la música siempre es necesaria para la vida. La parte conceptual y la musical se fusionan en canciones que abarcan diversos tópicos y preocupaciones. Temas como Luces, Hombre bomba, Extintor y Juegos de poder son un claro ejemplo de trabajo profesional que apuesta por la provocación.

La banda maneja una estética audiovisual coherente con sus letras y sus composiciones contienen mucha textura y vida propia. Desde su visión, Prótesis se podría convertir en la música que la gente necesita para que su vida siga. “Ojalá que sea así”, arriesga Jarrín.

Si bien su trabajo es serio. Nadie debe dudar de que estos músicos cuando se meten al estudio también disfrutan.

“Jodemos y hacemos lo que más nos gusta, que es hacer música y rock and roll. Compartimos vivencias y gustos musicales de cada uno y nace una cuestión única que nos pertenece”, expresa Jarrín.

Ellos se reconocen como seres divertidos y profundos. La búsqueda de un nombre, después de haber participado en otros proyectos, los llevó a crear algo que esté acorde con lo que está pasando ahora. Tratando de buscar una palabra que defina esa búsqueda encontraron Prótesis.

Prótesis funciona más o menos con la idea de que el ser humano no puede dejar de vivir sin ciertas cosas que la ciencia y la tecnología le dan. “Es como cuando careces de un miembro, por varias razones necesitas una prótesis para que tu vida continúe más o menos normal”, manifiesta Jarrín. Aunque todo es una cuestión de alguna manera metafórica.

El nombre da una definición y una diversidad. Su propuesta mezcla melodía con música fuerte. Un trabajo donde la parte visual es muy importante. La música se vuela por el lado del rock, pero tiene su parte electrónica. La tecnología es la propia prótesis de la banda.

La banda tiene influencias de muchos géneros. Prótesis propone algo específico, pero los músicos que hacen el grupo tienen visiones diversas. Su propuesta es rica y amplia, con mucha carretera. En ocasiones es pop, otras veces es rock, algún momento es punk, otro metal. “Pero siempre es agresiva”, dice Jácome. “Es como una pelota que golpea permanentemente y no decae en su fuerza”.

“Como una banda de hard rock desde el aspecto musical y clasificatorio, pero desde esa base proponemos mucho más”, añade Jarrín.

La banda piensa que lo más difícil de hacer música es ponerte a pensar que vas a vivir de ella. Jácome y Jarrín opinan que el Ecuador lamentablemente no proporciona las condiciones ideales para hacerlo.

Consideran que todo ser humano debe sentirse retribuido o participar de una retroalimentación por las cosas que hace. “Es triste, pero vivimos en un orden en que esa retroalimentación es el dinero y eso es lo que te permite vivir. Debes tener dinero hasta para curarte una muela”, reflexiona Jarrín. “El momento sublime de la creación musical se da en el estudio y entre los panas”, afirma.

“Una banda podría existir ochenta años si sus integrantes solo se dedicaran a hacer música”, dice Jácome. Prótesis ya está en la escena y de ahí no piensa desaparecer.
Francisco Santana

domingo, 18 de julio de 2010

Una fiesta que se llama rock

Demo del 09 de julio de 2010

El gremio Fuerza Rock Guayaquil, liderado por Juan Sánchez, Helmut Jeremías y Christian Terán, confirmó que la Semana del Rock, realizada en la Plaza de Artes y Oficios, del 1 al 3 de julio, fue un evento exitoso que superó la asistencia de 2009.
El jueves 1 se realizó el apartado La mujer en el rock (bandas con elemento femenino). Participaron Pukarana, A.R.C.A.D.E., Diez 80, Alcoholemia, El Destierro, The Cassettes, Juliet, Aldelhaid, Luna Blues y Cogito.
El viernes 2 fue el turno de las nuevas bandas y grupos con proyección. Estuvieron en el escenario Víbora Julieta, Black Sun, Lahathiel, Acaba un día, Esputo Catatónico, Blasfemia, Dark Simphony, Yamil Chedraui, Cabaré, Sexo Sentido, Dogma Pagano, 7 de Brillo y Luis Rueda con El Feroz Trío Expreso, banda que realizó la grabación de un disco en vivo.
El sábado 3 actuaron las bandas de trayectoria oriundas de Guayaquil y Quito. Los que gobernaron ese día fueron Muscaria, 69 Segundos, Resistencia, Garckus, Demolición, Willy Wong and The Brothers, Moulin Rouge, Ruido de Odio, Notoken, Kaos, Decapitados y Pavimento.
En el evento, que se realizó gracias a los fondos concursables del Ministerio de Cultura del Ecuador y con la colaboración de la organización Al Sur de Cielo (Quito), no registró ningún incidente violento. Los organizadores destacaron la integración y el buen comportamiento de los asistentes.
El resumen deja en limpio que el rock en Guayaquil se vive como una fiesta y nada tiene que ver con el desorden, el alcohol (no se permitió el consumo dentro del recinto), el relajo y situaciones reñidas con la moral. Según cifras de la organización, jueves y viernes asistieron aproximadamente más de 1.700 personas cada día.
El sábado el espacio resultó pequeño porque más de dos mil rockeros dijeron “presente”. A nadie pareció molestarle pagar los dos dólares que se pidieron como colaboración para solventar los gastos del espectáculo.
Un acierto fue la instalación de dos pantallas gigantes a los costados del escenario para que nadie se pierda los detalles.
El sonido funcionó mejor que en 2009; no obstante, hubo uno que otro inconveniente, debido a la saturación por la gran cantidad de bandas.
Otro de los puntos favorables fue el segmento La mujer en el rock. El jueves, las chicas reinaron en el escenario, no solo por sus atributos físicos, sino por la calidad de sus presentaciones. Quedó claro que las mujeres ya no son simples espectadoras de los conciertos, ahora son cada vez más protagonistas del rock nacional.
Fuerza Rock Guayaquil cosechó lo que sembró hace algunos años con su trabajo para masificar esta música en el puerto. Una queja del público fue que se realizan pocos conciertos de esta magnitud y calidad en la ciudad.

Pukarana llegó desde Durán para quedarse

Demo del 18 de junio de 2010


Pukarana está en el escenario. La gente rodea a la banda con gritos y aullidos. Elizabeth, la vocalista, agarra una cerveza y bebe directamente de la botella. Se la pasa a Catalina, la bajista, ella se toma un trago largo y luego sonríe moviendo el cabello con su mano. La trampa ya está tendida con sutilezas y el público cae en ella sin reservas. Nadie se resiste.
Luego viene el ataque de las guitarras y la descarga de la batería. Elizabeth mete su voz y la gente se lanza a perseguir sus palabras mientras baila como si todo fuera a terminar en ese momento. Como si no hubiera mañana. Hay golpes, solo los necesarios para no herir a nadie. Hay sudor, de eso se trata el pogo. Hay dolor, de eso se trata la movida subterránea. De eso se trata una tocada, del frenesí controlado donde todo parece un desorden, pero donde las cosas casi siempre están donde deben.
Los días iniciales de Pukarana fueron en 2003. La historia dice que la primera aparición se dio en Los Helechos, Durán. El recuerdo se complementa con la siguiente descripción: “una estruendosa tocada en la que participaron algunas bandas del cantón y otras más”. La fecha está perdida en la memoria de los eventos que se hacen con sudor y ganas; y donde la recompensa son los aplausos, ruidos y gritos del público.
Pukarana, que según Elizabeth es una voz quichua que significa “decisión y fortaleza”, nace como una forma de desahogo y rechazo en contra de las cosas que le desagradan y que están de más en la sociedad. Cuestiones que la banda combate con canciones donde están contenidos los reclamos de la gente común bajo las influencias de lo que le sucede.
La primera formación la integraban Tulo, en guitarra y voz; Catalina, hermana de Elizabeth, en el bajo; y Ricardo en la batería. Después ingresa Elizabeth como vocalista principal y Roy reemplaza a Ricardo en la batería.
Tomando el punk rock como bandera, la banda avanzó por ese sendero metiendo su parte y colaborando con el movimiento chiro y subterráneo de la música. Esos días están marcados por un acercamiento a los covers. Pronto se desmarca de las versiones ajenas e introduce sus canciones propias, algunas de las cuales todavía sobreviven.
El recorrido incluyó festivales y tocadas donde compartió con algunas de las bandas más fuertes y prendidas de movida punk hardcore. Pukarana se hizo amiga de NoToken, Kaos, La Demencia Extrema, Moral Abajo, N.A.P.A., Ruido de Odio, Infexión, Incarnatus y Am-Necia.
La experiencia se fue curtiendo con Huanancha Puca, C.U.R.A.R.E., Vida H.P., Juana la Loca, Akratas, Distorsión Social, y con las extranjeras La Demencia, de Perú, y Fértil Miseria, de Colombia.
El miedo y los nervios fueron combatidos con el demo Nada más que hablar. Con él dejó huella de su accionar y se metió en la historia de las bandas que por lo menos graban, aunque luego desaparezcan. Pukarana tocó un par de veces más y paró. Los motivos no son para nada importantes, pero lo que realmente detuvo al grupo fue la falta de un baterista constante.
Ahora la banda está de vuelta con la alineación completa, que incluye a Chito, integrante de La Demencia Extrema, en la otra guitarra; y Cucho en la batería, más los antiguos Tulo, Catalina y Elizabeth Coronel.
La Semana del Rock, que se desarrollará en Guayaquil 1, 2 y 3 de julio en la Plaza de Artes y Oficios, Centro Cívico, cursó invitación a Pukarana para el jueves 1 como parte del programa La mujer en el rock (bandas con elemento femenino), debido a la aceptación que tiene entre la gente que sigue la movida rock.
La banda vuelve a la carga con una renovada actitud, nuevas ideas y más ganas de seguir aportando con el movimiento rockero ecuatoriano. Dice estar comprometida seriamente y por esa razón ha preparado nuevos temas con más fuerza. Ahí están: Vamos, Basta ya, Los idiotas y el poder y Soy nociva. En la Semana del Rock, Pukarana mostrará de qué está hecha.

El Cadáver está sano

Demo del 28 de mayo de 2010


Cadáver Exquisito es una banda guayaquieña que no tiene nada de muerta. Esta noche (22:30) pone a consideración su primer trabajo en forma de disco en el Café Habano Diva Nicotina (escalón 10 del cerro Santa Ana). Es esta aventura la acompaña Lo Real Maravilloso, nuevo grupo de la escena indie local que hace su debut.
La banda nació en septiembre de 2008 durante una reunión de amigos. Los primeros inquietos fueron Alfredo Bozano, batería; Juan Santoro, guitarra; y Diego Palma, bajo; luego llegaría Camilo Palma en teclados y por último Daniel Vinueza para poner voz y locura. Todos andan por los 21 años, pero algunos ya tienen largo recorrido en el dato de la música. Su presentación explica que el grupo es homónimo de la técnica literaria Cadavre Exquis, nacida en el surrealismo francés en la década del veinte.
Esta es una técnica por medio de la cual se ensambla colectivamente un conjunto de palabras o imágenes; se basa en un juego de mesa llamado Consecuencias, en el cual los jugadores escribían por turno en una hoja de papel, la doblaban para cubrir parte de la escritura, y después la pasaban al siguiente jugador para otra colaboración.
La banda dice que sigue fielmente el proceso, porque sus integrantes ensamblan sus producciones con participaciones individuales, luego las adaptan y generan interesantes demostraciones de música, creatividad y homogeneidad. De ese acoplamiento surgieron las primeras producciones originales: Prioridades, Niña marciana, Crippidiscopunk, Turistas, Los sapos, Avión de papel, Me quedo dormido y Centrifugaba.
La música de Cadáver Exquisito navega por el rock, pero se apoya en elementos electrónicos y en el pop, eso produce una mezcla agradable; pasa por encima del aburrimiento con excelentes recursos sin caer en fórmulas extrañas, rebuscadas y complicadas. Tampoco es un tipo de rock simple, básico y minimalista. Es un trabajo que suma y obtiene beneficios porque se nutre de la escena mundial, pero no abandona su propia personalidad.
El despegue de Cadáver ha sido rápido porque sus integrantes no tienen miedo de tocar para cualquier público y en cualquier lugar. La banda ha compartido con grupos de punk, metal, hardcore. Participó en la Teletón por la Vida y en los programas de televisión Unísono y Ctrl+; también estuvo como invitada en el Festival Experimental al Aire Libre, en la explanada del Centro de Arte. El 22 de mayo estuvo en el bar Anaké, de Quito, donde presentó su demo que tiene seis temas.
Vinueza dice que intentar una definición del estilo de Cadáver es una cuestión difícil. “Pienso que hacemos música alegre, popera, rockera, electrónica. Tiene elementos de muchas partes, incorporamos bastante de lo que a nosotros nos gusta. No es complicado para la gente, es para que lo escuchen y lo cachen de una”.
El grupo disfruta de un ambiente distendido, sin embargo, los integrantes son conscientes de que siempre es complicado. Opinan que la convivencia es semejante a tener cinco esposas porque siempre hay que tomar decisiones, y los cinco tienen que estar de acuerdo. Hasta hacer la lista de las canciones para tocar es complejo, por las preferencias que tiene cada uno. Sin embargo, han resistido bien y ni siquiera se plantean la posibilidad de abandonar.
Uno de los principales problemas que tienen las bandas independientes es la falta de apoyo de la gente. “O apoya cuando le da la gana, entonces eso me parece lo más difícil. ¿Cómo vas a mantenerte y cómo vas a resistir todo el tiempo hasta que suceda algo?”, se pregunta Diego Palma.
Vinueza relata que los comienzos fueron feos y difíciles. Cada vez que iba a ensayar, sus padres le preguntaban si no tenía nada mejor que hacer. “Mi mamá odiaba eso, hasta el día en que fue a verme a un concierto y dijo: ‘A la gente le gusta, es algo que tiene efecto en otras personas’. Ahora sí me apoya full”.
Palma dice que con su anterior banda tocó en Colombia y Perú. Él estudió algo de leyes y producción musical, pero la fascina la música. Antes hacía punk y ahora está comprometido con Cadáver porque no se imagina alejado de algo que lo hace tan feliz.
Bozano expresa que todos los esfuerzos están concentrados en hacer un disco profesional: “Lo que queremos es grabar nuestro primer CD, pero bien grabado. Aunque nunca nos ha movido el dinero, para hacerlo necesitamos plata, y eso es realmente lo que queremos hacer”.
En esa tarea también está involucrada Dennis Melgarejo; ella se encarga de mantener a los cinco dentro de la realidad, mantiene la página del grupo, hace los contactos y las relaciones públicas. Los miembros de Cadáver dicen que es la “pánager”.
El grupo saca provecho de su juventud y los músicos piensan que sí se puede vivir de su trabajo sin dedicarse a otra cosa. “Estamos llegando a una época en que nos toca mantenernos, y esa es la presión ahorita. Es bacán que podamos hacer música para nuestro entorno, pero lo difícil es mantenernos”, reflexiona Bozano.

Sonlocoson anda suelto

Demo del 07 de mayo de 2010


Sonlocoson es una banda guayaquileña que fusiona el rock con el humor. Con ese nombre es fácil advertir que sus integrantes están locos o, por lo menos, navegan en el borde de la locura. Estos tipos aceptan que están afectados por algún tipo de anomalía. Sin embargo, en su favor hay que decir que viven llenos de rock.
Reconocen como influencias todo lo vivido, bebido y comido. Lo que se ve y no se ve. Lo que se escucha pero se calla. La vida en todos sus aspectos, pero con preferencia hacia lo positivo. Se identifican como Choto (guitarrista), Chiro (bajista), Chajo (vocalista y guitarra rítmica) y Jeison (batería).
Metidos en un cuarto del centro de Guayaquil, acondicionado para ensayar, pero donde se respira un aire con algunos agentes contaminantes y donde son visibles las huellas de días desordenados, los integrantes de Sonlocoson se introducen en la piel de sus personajes y le dan fuerte a su propia idea de lo que consideran rock.
Desde su mundo construyen canciones (y también las destruyen) donde el humor es el elemento principal. El grupo sintoniza con situaciones límite arrancadas de páginas reales; ahí la vida se presenta como una suerte de chiste donde las penas no son bienvenidas. Así aparecen El chiquito, El sucre, Se la ganó, Me pongo mi condón, Loco por tu amor; composiciones concebidas para vencer la desgracia de vivir en Guayaquil, donde la realidad parece broma a la hora de confrontarla con la ficción.
“Yo soy Choto, me tienes aquí salidito del manicomio. Nos encerraron un tiempo indefinido para encontrar una cura a nuestra locura. Se dieron cuenta de que no hay cura, entonces nos soltaron para ir de vez en cuando a los bares para tocar”.
Chajo dice que todo es buena vibra. “No hay ningún problema con nosotros, por eso nos dieron franco. El grupo ha estado unos diez años de laboratorio. Mucho tiempo hemos tocado en el manicomio”, reconoce eufórico.
La biografía de Sonlocoson solo es una aproximación a la realidad. Chiro recuerda que no hay mucha historia porque han pasado encerrados. Pero todo empieza hace muchos años en las kermeses de los colegios guayaquileños. Por entonces decidieron formar una banda. “Es algo que se viene cocinando hace muchos años. Nos conocimos en la calle y nos reunimos en el manicomio. Ahí fue como fortalecimos esta relación”.
Una vez dentro del manicomio, ese amor por la música y la creatividad los une más. Deciden arriesgarse y se bautizan con el nombre de Sonlocoson, dicen ellos en honor a sus condiciones mentales. La propuesta de la banda es sencilla: divertir y hacer reír a la gente promoviendo alegría y felicidad, esto como terapia curativa para alejar cualquier mala vibra.
Hay otros rastros donde aparecen pedazos de una broma bien montada. La estancia en el manicomio la explican como unas vacaciones con todo incluido, un regalo de sus familiares y amigos que, cansados de sus locuras, deciden encerrarlos por un tiempo indefinido, hasta que se mejoren y logren comportarse de forma normal.
Cada uno tiene su personalidad y sus preferencias, pueden estar locos, pero no revueltos. Lo que sí están es reventados por el rock. Deambulan por las calles del puerto intentando retratar su ambiente urbano y subterráneo, pero sin considerarse salvadores de nada.
Chiro recomienda que los busquen en Facebook. “Tendremos página web, pero más adelante. En el manicomio nos han dado chance para que salgamos y podamos hacer entrevistas como esta. Avanzamos poco a poco”.
Antes de escuchar a Sonlocoson, muchos piensan que es un grupo de salsa. Su nombre viene de somos locos. Los integrantes califican su estilo como rockoloco. El nuevo ritmo del Ecuador, según Choto. “Nosotros hicimos un disco, en ese momento nos mandaron de nuevo a la clínica. No estuvimos en el lanzamiento, pero ahora queremos lanzar otro”.
La banda recuerda que la primera tocada fue con unas enfermeras en un bar que se llama Premium. “Hicimos una prueba nada más. Queríamos que la gente nos huela, que huela el loco. En el manicomio somos los más famosos del mundo”, dice Chajo.
Sonlocoson desea darle a la juventud otra alternativa. Reconoce que existe música depresiva, pero también existe música feliz, y para eso el grupo anda suelto.

Una banda divertida

Demo del 23 de abril de 2010


Con la banda guayaquileña Eusebio Presidente funciona muy bien la clásica frase de muchos músicos: “Es solo rock and roll baby”. Dos de sus integrantes, Ángel Duarte, guitarrista; y Fabricio Rodríguez, bajista; agregan además: “del bueno”.
Ellos lo dicen y algunas personas, que han disfrutado de sus tocadas, lo confirman. Por esa razón, y para meter más gente al ruedo, la banda propone a las 22:30 de hoy un concierto en Santé Live Bar (Av. Francisco de Orellana).
Rodríguez, Duarte y el baterista Manuel Picón hacen Eusebio Presidente. Los tres tienen recorrido en el rock y han integrado otros grupos como Zipper y La Tribu. Dejan claro que no son unos improvisados, aunque no toquen todas las semanas.
Intentando marcar el inicio de la banda se puede decir que todo empezó con una llamada telefónica entre Duarte y Rodríguez, los sobrevivientes de Zipper, para armar un grupo de rock and roll. Con ellos estuvo un pequeño tiempo Carlos Alberto Tapia hasta que llegó Picón.
Explica Rodríguez que el nombre fue resultado de la comprobación de una realidad muy ecuatoriana; aquí toda banda de rock hace autogestión, porque no hay patrocinadores ni manager ni mecenas ni inversionistas.
“Entonces, yo me acordé de esta personalidad guayaquileña, que es de la vida real, no es una leyenda”, -se refiere a Eusebio Macías-. “Nosotros encarnamos el sueño de esta persona que quiso ser presidente en base a su autogestión, lo cual, quizá en parte sea negativo por el hecho de que las cosas avanzan lento, pero lo positivo es que uno es libre de hacer lo que quiere con lo suyo”.
Para Eusebio Presidente lo importante es tener la libertad de hacer la música que le provoca y le da la gana, sin rendir cuentas ni tener obligaciones con nadie. Por eso esta banda se divierte como mejor prefiere con su material propio y con algunos covers de los grupos que encarnan la filosofía del rock and roll por excelencia. Esa es su escuela, su norte y sur.
“Yo he tocado toda mi vida lo mismo, rock and roll, y eso es exactamente lo que estamos haciendo ahora”, dice Duarte. Él empezó a tocar en el colegio, pero lo que realmente lo cautivó y encaminó fue la primera vez que escuchó el disco del grupo australiano AC-DC, Highway to hell. Tenía catorce años. “Eso me trastornó. No podía creer que eso fuera posible. Ahí decidí que tenía que tocar guitarra. Empecé a los quince años y se me hizo difícil”.
Rodríguez comenzó a tocar en una iglesia. “Era un baterista súper turro. Yo me hice músico a los veinte. Ahora se hace música a los catorce, quince, a los dieciséis ya están ganando plata. Profesionalmente, empecé a los veintiuno”, relata.
La música de Eusebio Presidente sorprende porque se toca con mucha velocidad. Rodríguez se encarga de los arreglos, pero Duarte opina que son bastante especiales y diferentes. Es rock clásico que mucha gente conoce, pero con un tratamiento raro, además se apoya en velocidades, cortes, tiempos y detalles que lo hacen interesante.
Su música tiene la característica de que es simple y directa. “Nosotros no nos asistimos de la tecnología para realizar efectos, pero en cambio tocamos en alto volumen y a gran velocidad. Nos valemos de la naturaleza para sacar ventaja, por ejemplo conseguimos la distorsión con amplificadores de tubo”, dice Duarte. Reconoce que han aprendido de sus errores. Eusebio considera que su rock es viejo, pero interesante. Como un arroz bien cocinado y mo un arroz bien cocinado y con excelente cocolón.

Esto es Eso y su Taita

Demo del 09 de abril de 2010


El grupo Esto es Eso o E3, como prefiere su creador Luis Villamarín, tiene su Taita, un nuevo disco que todavía no está a la venta, pero que ya suena por ahí y que la banda ha tocado, solo algunas canciones por supuesto, en sus últimos conciertos en Guayaquil y Montañita.
La alineación de E3 es Tote Neira (guitarras, voces) Magus Cruz (voces), Tom Villón (bajo), Luis Prieto (requinto), Esteban Ribadeneira (batería), Luis Villamarín (guitarras, teclados, voz) y a veces Gabriel Guzmán (requinto dos). Ellos definen su trabajo como fusión de nueva musica nacional pasillo-hop, género que proponen al mundo.
E3 tiene nuevos integrantes, sin embargo, mantiene la onda urbana que le permite conectar con la gente, algo muy importante para la banda porque su propuesta no es para el público, es para la gente, el personal, como dice Villamarín, a quien no le gusta la distancia que establece un escenario lejano.
A él le gusta el contacto, el calor, la energía que proyectan las personas que se acercan a sus tocadas. “Si estás en nuestros conciertos te enganchamos", asegura. Él vive la música con entusiasmo de colegial enamorado, sin desmayar, con insistencia, sin barreras. Esa no es una cuestión personal, es la actitud de toda la banda, una marca que forma parte fundamental de su personalidad. Algo que se implantó en los comienzos y ahora es un sello del cual E3 no desea desprenderse.
Como cualquier banda que se respete y presuma de hacer música, sobre todo de la buena, E3 destaca en vivo. Ahí es donde se hace evidente su profundidad y sentido profesional, sin embargo, esto no conspira para nada con su frescura y desarrollo.
El grupo huye de la nota enlatada y el facilismo, respira un aire muy ecuatoriano, donde conviven las frías temperaturas de la Sierra con el calor tropical de la Costa, combina acertadamente las melancólicas notas del pasillo cortavenas con la fuerza del rock clásico vieja escuela.
Villamarín dice que su música no está hecha para pasar desapercibida. Algunos, que han intentado una aproximación a su trabajo, lo definen como música nostálgica ecuatoriana combinada con ritmos urbanos, beatbox (ritmos hechos con la boca), letras rapeadas y cantadas en inglés, quichua y español.
Sin embargo, hay que agregar hip-hop, pop, rock, reggae y un par de cosas más que se notan en vivo. Todo eso hace que la banda se embarque en un viaje donde aparece una mezcla vibrante con el destaque de la fusión de guitarras pasilleras con funk.
E3 funciona en armonía porque vive en un ambiente donde lo principal es la música, pero sus integrantes no se quedan solo con eso, ellos comparten la vida, y es ese compartir lo que hace sentir conectada a la banda.
Con esa visión cualquiera que comparte una de sus tocadas llega fácil y sencillo a la canción Taita, que con su estribillo “Taita que just means dad” se va metiendo despacio y seguro en el recorrido de una historia que tiene una raíz profunda en la tierra latina. Una parte de su letra dice: “Escribí una canción para ti, aquí donde te conocí la mitad es el centro de aquí y creo que viendo el mar yo me quiero morir...”.
La canción pretende elimina las fronteras entre países hermanos y rescatar el respeto, la esencia de los latinoamericanos. También hace un llamado a todos aquellos que se fueron, para no perder su identidad donde sea que se encuentren.
La historia también se puede perseguir en el tema En ese lugar, donde esa voz pasillera dice: “Tu ya sabes que la cosa se pone fuerte, cuando la cosa no te va. Hoy que me voy de aquí, no me quiero ir de aquí, me tengo que ir caminando rapidito pa’ arriba”.
Cuenta Villamarín que la mezcla de pasillo-hop ha pegado mucho en la gente porque no es la misma propuesta aburrida que existía en el país. Él lo percibe en sus tocadas donde su música se aloja en la cabeza y en el pecho de los oyentes. E3 está vivo y su nuevo trabajo es la confirmación de una propuesta ecuatoriana al máximo.

TeleAcidos va sin miedo

Demo del 26 de marzo de 2010


Un encuentro en el QuitoFest 2009 entre Santiago Argüello y André Farra y luego una fiesta en Guayaquil marcan el momento actual de TeleAcidos. La idea siempre estuvo en el guitarrista Juan Manuel Enderica, quien la compartió con Carlos Emanuel, Andrés Cajas y Sebastián Avilés, que salió para que entrara Argüello. Los cinco integran esta banda guayaquileña.
La música de TeleAcidos es fresca. Cumple. Se queda rondando en la cabeza de quienes la escuchan. La banda es joven. Está prendida. En ocasiones transita, con acierto, por un sonido tenue; y otras se prende como una llamarada que arrasa a cualquiera que se ponga adelante. También es real que la voz del cantante André Farra puede sonar aniñada y delicada, pero eso sirve para conseguir el efecto. El golpe que funciona en la atmósfera que TeleAcidos construye con su música.
El grupo define su sonido como rock indie, experimental, ambiet. Es verdad que no hace falta repetir para que se convierta en realidad; su música tiene mucho ambiente, tanto que hasta le sobra para regalarle a otras bandas que navegan en un mar de mediocridad irrespirable.
Dicen: “somos un grupo que lo que más tiene es alma, y esperamos transmitirlo en cada una de nuestras canciones. Todo lo que hacemos tiene un significado”.
Argüello llegó para poner su experiencia de trabajo en la disquera Fedediscos y producir mejor los temas de la banda. Todos aceptan que la química funcionó y están contentos con el resultado.
La primera tocada fue en Bayú (Urdesa). Con un miedo entendible TeleAcidos organizó todo, convocó a la gente por Internet usando las redes sociales y se sorprendió cuando comprobó que al concierto llegaron unas 200 personas. Entonces aparecieron las sonrisas en los rostros de sus integrantes y expusieron su talento junto a Synfodelick, una banda amiga que siempre apoyó su trabajo.
La gente respondió bien ante su propuesta. Los temas que estaban colgados en su myspace sirvieron en la penetración de su música. El grupo reconoce que grabar antes de tocar en público fue una buena estrategia, porque la gente ya identificaba y cantaba sus canciones. Algunos vivieron la expectativa por esperar a ver qué proponía TeleAcidos, un nombre que, según Enderica, no significa ni representa nada. Se le ocurrió un día cualquiera que veía televisión, puede ser una broma, también ganas de provocar y molestar, pero no hay que rebuscar nada más.
Lo que debería importar es la música. La propuesta de una banda que fluye con frescura, sin desesperación. El sonido de la guitarra de Enderica, quien siempre aporta mucho en la composición, es moderno. Sus compañeros le reconocen un estilo desenfadado, sin contaminación, algo muy personal que llama la atención por la forma y por la intimidad con que se manifiesta en el instrumento.
Las influencias de la banda vienen del rock clásico y tradicional, también del mejor rock latino. Eso creó un estrecho vínculo musical y de amistad entre los integrantes que los llevó a tocar juntos.
TeleAcidos tiene un estilo que la gente reconoce y acepta; sorprende que en muy poco tiempo haya logrado construir algo que a muchas bandas le provoca pesadillas. Sin embargo, sus integrantes renuncian a la arrogancia de creerse especiales. Ellos mantienen la cordura y viven lejos de las nubes en una actitud coherente con su trabajo.
El grupo sumó a Omar Dimitrakis de Garage Band como manager, para que los músicos puedan concentrarse solo en la propuesta creativa. TeleAcidos sabe que el camino de la música es complicado, sin embargo, tiene los conceptos claros y mantiene una apuesta que sus integrantes están empeñados en conservar, no obstante las dificultades e inconvenientes.
El grupo no está diseñado para un momento y para la joda. Los músicos tienen una visión y metas. Como dice Enderica: “quiero que esta banda me saque de mi casa”. Ellos apuntan lejos. Pero a falta de espacios para mostrar su música, TeleAcidos se mantiene en la escena underground tocando, en ocasiones con nervios, pero sin miedo.

Diez80 es punk propio

Demo del 19 de marzo de 2010


La banda integra el cartel de la tercera edición de punk del segundo ciclo de conciertos llamado Rock hecho en Ecuador, que se realizará en Santé Live Bar (Av. Orellana, Kennedy Norte), a las 20:00. El costo de la entrada es US$ 5.
Los hermanos Kevin y Mariuxi Fernández siempre tuvieron ganas de hacer una banda, mientras llegaba ese día, no paraban de tocar en casa. Kevin reconoce que Mariuxi tiene mejor oído musical, y fue ella, gracias a sus clases de piano, quien creó las primeras canciones.
Ambos recuerdan que alguna vez les desconectaron los instrumentos en una tocada. Sin embargo, Mariuxi se juntó con Joseph Larrea y Alejandro Corpeño, compañeros de sexto curso de colegio, y le dijo a Kevin para empezar el germen lo que después de algún tiempo se convertiría en Diez80.
Su primer ensayo fue en la casa de Alejandro. Un cuarto pequeño, donde ni siquiera se podían mover, los cobijó. Describen ese momento como una experiencia horrible, pero divertida. Por la bulla que metieron,algunos vecinos lo tomaron como algo personal y los denunciaron a la Policía. Nunca más tocaron ahí. La banda no olvidó la afrenta y compuso una canción que bautizó Muere Kike, en honor al vecino que los denunció.
Se repartieron los instrumentos con Mariuxi en el bajo, Joseph cantaba y tocaba la primera guitarra, Alejandro en la batería y Kevin hacía la segunda guitarra y los coros. Con esa alineación grabó su primer material.
El nombre actual nació un día que caminaban por la Av. Nueve de Octubre. Ahí encontraron a un vendedor callejero con su franela dispuesta sobre la acera, en el paño había ratoneras y productos para combatir plagas caseras. El tipo gritaba: “lleve su veneno Diez 80”.
Después de apropiarse del nombre, el grupo se presentó a tocar, entonces fue su turno de que le gritaran que solo eran otra banda más con numeritos, ya que existían algunas con esa característica en la escena local como Agente 86 y 69 Segundos.
Los integrantes de Diez80 dicen que su nombre es absolutamente familiar en los escenarios punk de Guayaquil. Se consideran una de las bandas precursoras de la fusión entre ska y punk de la ciudad. Desde su nacimiento estuvo influenciada por agrupaciones como Less than Jak, No use for a name, MXPX, Millencolin o NOFX.
Empezaron a crear sus propias canciones desde la primera vez que tocaron juntos, ya que todos sus integrantes compartían la filosofía de componer temas propios.
Además de funcionar como grupo, Diez80 se encarga del sello discográfico Trucho Récords, creado por Kevin Fernández. El sello surgió en 2002 debido a la popularidad de Diez80, que pensó en sacar provecho de esto para ayudar en el surgimiento de nuevas bandas. También fue la primera que colocó un video en la rotación de MTV durante octubre a diciembre de 2007 de manera continua.
Luego de algunos cambios de integrantes, en los que estuvieron involucrados los fanáticos y amigos Hugo Cortez y Daniel Merchán, la banda decidió seguir su camino en serio y ahora su alineación actual la componen Kevin Fernández en voz y guitarra, Mariuxi en bajo y coros, Alejandro Auz en la batería y Roberto Ferrín en la primera guitarra.
Auz y Ferrín no se sienten extraños porque siempre fueron seguidores del grupo. “A Roberto lo conocí en una tocada cuando me compró un disco”, dice Mariuxi, quien tiene un pasado como fundadora de The Cassettes.
Ferrín se define como un fan de la banda que, además, sabe tocar sus canciones. “Todos entienden que es parte de la banda y está muy metido. Los fines de semana viaja desde Manta para ensayar con nosotros”, afirma Kevin.
De los primeros tiempos, en los cuales Diez80 vivía envuelto en el ska, queda poco. El grupo ha dejado atrás esa cadencia para dar un giro musical que, en palabras de Kevin, es hacer música mucho más rock, pero sin descuidar el punk, en la línea de Sum 41 y Foo Fighters. “Queremos hacer más accesible nuestra música”, explica.
Reconoce que siempre ha bebido del punk californiano, eso se percibe en las letras de su demo Veneno para ratas, compuestas en su mayoría por Joseph Larrea. En Los domingos son de punk algunas pertenecen a Kevin con ayuda de su hermana, más unos bonus track de Larrea y Alejandro Corpeño.
Según Kevin, muchas de esas letras eran en joda. Para la nueva producción que están preparando, de la que todavía no existe fecha de presentación, eso cambió. “Será que me salieron las canas y me amargué y las letras no son tan divertidas como antes. Incluso algunas son oscurillas”, confiesa.
Él escribe las canciones y se las pasa a los demás integrantes -antes no sucedía eso- para que observen su propuesta, luego ellos hacen las recomendaciones. “Realizamos un trabajo más de banda. Ahora hay más cabezas opinando y eso hace que todo se demore”, dice. En 2009 la banda entró a estudio para experimentar con guitarras acústicas, lo cual atrajo la atención de productores internacionales.
Al punk le sumó rock alternativo y teclados. “Eso hace que la gente pare las orejas, ya que esas cosas funcionan para nosotros”, dice Kevin. Aunque admite también que eso le ha traído problemas con grupos que se consideran más punkeros y hardcore. “Nos dicen: ustedes no son punk. Nos criticaron porque le abrimos a Panda, de México, recuerda Mariuxi.
La filosofía de Diez80 está en la forma de ver las cosas de la vida. “A mí me vale que la gente se estrese porque soy punkero. Lo soy y no me voy a amargar por tonterías de la vida, esas cosas me resbalan porque la discusión es otra”, acepta Kevin. La banda ya decidió abrir el espectro de su música sin convertirla en comercial y popera. Su deseo es hacer algo más digerible, no encerrarse solo en el punk, y llegar a diferente público.
Diez80, que en 2008 fue premiada por la revista La Onda, como una de las bandas de neo punk más importantes del país, acepta que su música ha variado, pero sigue haciendo temas con mucha energía y frescura que garantizan un show propio.

Micrófono Sordo sí oye

Demo del 12 de marzo de 2010


Sebastián Pita, guitarrista de Micrófono Sordo, asegura que todo comenzó en Los Olivos, en el norte de Guayaquil. El vocalista Mauricio Ayora está de acuerdo con esa afirmación porque ambos le dieron forma a la idea inicial de esta banda a la que luego se sumarían Miguel Gallardo en la batería, y Fernando Torres en el bajo.
En la historia está escrito que el grupo se llamó El bigote de Dalí por muy poco tiempo. Después de barajar algunos nombres, al final quedó establecido Micrófono Sordo a partir de una canción escrita por Ayora.
Una llamada de Pita a Ayora fue suficiente para convencerlo de hacer una banda. Ellos cuentan que a los diez minutos ya estaban matando ideas sobre las canciones, y que pasaban las horas en el parque de Los Olivos devorando música. Con la formación completa crearon su primera canción en el ensayo inicial.
Esto sirvió para convencer al cuarteto de que estaban en camino.
Pita dice que Micrófono Sordo como banda es la expresión de que no todo siempre es como debe de ser, que las cosas no siempre tienen que ir en el orden en que uno espera, o tal vez si lo esperas te sorprendan por la forma en que están construidas.
“Cuando compongo una canción espero sorprender con la forma en que se desarrolla la canción mientras pasan los minutos. Es como un sube y baja con intensidad. Es como una película que quiero se desarrolle en el punto necesario”, dice Pita.
Esto es en lo que respecta a la música, porque de las letras se encarga Ayora; aunque en el momento de la composición final siempre están los cuatro analizando lo que más conviene.
Uno de los aciertos de la música de Micrófono Sordo es que tiene personalidad. Si bien algunas canciones beben de influencias modernas, su trabajo es refrescante y pide pista particular en la escena alternativa guayaquileña. Sus composiciones son descomplicadas, pero no minimalistas. Contienen los elementos necesarios para que el público maneje el mensaje sin necesidad de recurrir a un libro para comprender.
La base está en seis canciones: Componiendo mi disfraz, Como en la tierra, Radio de bolsillo, Instrumentos, Desorientada y El baile de todos mis días. Todas hechas con un lenguaje propio donde Ayora recurre a la poesía, ya que él disfruta mucho la lectura, un poco de punk y, por supuesto, rock de la vieja escuela.
Pita reconoce que el cine es su gran influencia para componer. Es como si visualizara la música y en cada canción prueba formas diferentes de ordenarlas. “Me gusta cómo me encontré con la música. Cuando era pelado y hacía los deberes mi hermano Ricardo siempre estaba tocando, porque tenía un grupo que se llamaba Ave, ahora lo hace con Niñosaurios. Todos mis hermanos tocan guitarra, crecí con una guitarra al lado”, dice Pita.
Para Ayora existió alguna vez el dilema entre el deporte y la música, pero después gano la música y en eso está concentrado. “La música es completa para mí.
Salgo, me divierto, me gasto la cabeza creativamente, me abro totalmente, es algo demasiado desequilibrante”, cuenta, aunque confiesa que nunca estudió nada de música.
Desde la llamada estuvieron seguros del grupo. Pita estaba desesperado por tocar, y a pesar de que ninguno conocía a Torres, en el primer ensayo todo encajó como deseaban. Ahora están concentrados en el plan de grabar un disco con buen sonido, y bien producido. Andan sin prisas y sin desesperación porque no quieren sonar de mala forma. Pretenden crear un espacio para mover su música profesionalmente.
Por eso gastan el tiempo trabajando en la estructura de las composiciones ya que no quieren parecer improvisados. Esperan sacar un EP con diez temas para que sus seguidores puedan disfrutar del disco físico.
“La gente pide canciones inéditas, aunque a algunos les gusta el cover, pero pesa más cuando son inéditas y te provoca emociones. Yo admiro a los ‘manes’ que sacan algo suyo y se atreven con su propia música. Tocar es como desnudarse delante del público, porque te estás entregando totalmente”, dice Ayora.
El panorama está creciendo, solo hay que esperar hasta ver adonde llega. “Creo que a la gente le gusta ver y escuchar a la vez. Estamos pensando que a partir del disco podemos ofrecer algo visual, porque a muchos les interesa ese tema”, finaliza Pita.

viernes, 16 de julio de 2010

Ganjah Roots surgió del gueto

Página Demo de El Telégrafo del 05 de marzo de 2010


Ganjah Roots nació en la calle. Surgió de lo que sus integrantes llaman gueto. Su camino viene desde el sur de Guayaquil en la ciudadela Las Tejas. Una zona donde la realidad se manifiesta con una fuerte carga de violencia. A la banda nadie le vendió un cuento, sin embargo, la gente que hace el grupo eligió la opción de la música, en lugar de las balas, las piedras y el cuchillo.
Pato, quien es su vocalista desde el inicio, dice que la historia del grupo comenzó en 2005 cuando él estaba en el conservatorio Federico Chopin, sin embargo, todo lo que tiene que ver con el roots empezó hace mucho tiempo en Jamaica. Una canción de su pana Luis sirvió como excusa para meterse en un tipo de música que también es una forma de vida.
El roots es un subgénero del reggae que se desarrolló en Jamaica a partir del ska y el rocksteady y se hizo famoso fuera del Caribe, en buena medida, gracias al cantante y compositor Bob Marley.
El roots es inherente al movimiento rastafari, creando un tipo de música reggae espiritual, en el que entre las letras predominan las alabanzas a Jah Ras Tafari Makonnen (Haile Selassie, el emperador de Etiopía). Se considera como una especie de vieja escuela del reggae ya que enarbola sus raíces, de ahí viene su nombre.
Ganjah Roots eligió el reggae porque es un ritmo caribeño que tiene mucha mezcla, es algo tropical. “Nosotros somos de la costa, playeros. Nos gusta la vuelta y el movimiento”, dice Luis RootsMan, uno de los fundadores. La banda apostó por el roots porque es la esencia del reggae. Su idea fue generar algo que estuviera ligado a la cultura de esta música incluyendo la movida rastafari.
En su pensamiento Guayaquil no se puede quedar atrás en lo que respecta al reggae. Ganjah Roots quiere ser la banda insignia, pero recordando que el sur está muy presente en su vida. En su experiencia, pertenecer a esa parte de la ciudad te marca por la forma en que se manifiesta la realidad.
Las primeras canciones estaban basadas en un doble sentido. Después la banda se introdujo en la cultura rastafari y dejó a un lado la moda y la imagen, concentrándose en difundir un pensamiento.
Las composiciones cambiaron para hablar de temas sociales, aspectos culturales, la realidad de la calle, el abuso de la Policía, el sistema de gobierno y la discriminación. “El lugar donde nosotros vivimos es fuerte, es gueto. Estamos rodeados de La Floresta, del Guasmo, la Santa Mónica, la Siete Lagos. Hay pandillas. Lo que tú ves a diario en las noticias está ahí, es nuestra realidad”, cuenta.
La banda apuesta por lo positivo en medio de lo negativo, expone la situación del gueto por medio de la música y explica los símbolos y estética de los rastafaris.
“En Guayaquil es difícil difundir nuestra música porque muchos viven la moda del reggaetón. Los que tienen algo de conocimiento piensan que el reggae empieza y termina con Bob Marley”, opina Pato.
Ganjah Roots sabe que hay mucho más y casi todo está por hacerse. En su recorrido es testigo de que el público que los sigue ha aumentado y cada vez es menos tímido a manifestarse en favor de su estilo. Eso es señal de que el trabajo funciona, pero la cosa marcha lenta.
Las letras las escribe Luis y piensa que son directas, quizás mucha gente se sorprende. “Metemos la cuestión social, los asesinatos, los robos, los políticos que se enriquecen con nuestro dinero. Nosotros no podemos guiar el destino del planeta, pero sí podemos aportar con ideas”.
Eso es lo que el público encuentra en canciones como Hagan conciencia, Sistema Babylon, Sin semilla, Mama Afrik y otras que no tienen un disco de larga duración. La banda solo ha producido un demo de seis canciones sin título ni carátula, por lo tanto es complicado conseguir su material. Su fuerte son los conciertos en vivo.
Ganjah Roots tiene claro que el sistema no los va a salvar. Opina que la gente tiene que levantarse y lograr que la escuchen. “No venimos para que nos esclavicen. Hemos tenido problemas con la ley solo por caminar. Cuando caminas por la calle no te ve el Presidente, el ministro o el diputado. Ahí te ve el ‘paco’ y te somete como puede. Esas fallas del sistema nosotros las decimos con nuestra música”, cuenta Luis RootsMan.
Uno de los últimos en llegar a la banda fue Juan José, quien junto su hermano Pato pertenece a una familia de músicos. Él estudió piano en el conservatorio, pero toca el saxofón porque le gusta aportar con los vientos, que es una de las cosas que le hacen falta a la banda.
Resume su participación con estas palabras: “Es nuestro momento histórico para aportar algo, es lo que tratamos de hacer humildemente con el poco conocimiento tal vez que tenemos, pero igual respetamos el estilo, tratando de hacer lo mejor sin causar daño a nadie. Nada de violencia. Ganjah Roots no comparte la violencia de ningún tipo. Nosotros proponemos bendiciones para todos”.

Homenaje a Pancho Jaime

Demo del 19 de febrero de 2010


La organización SomosPogo presenta el Pancho Jaime tour 2010. Un evento que califica como un sincero homenaje a la ‘Mamá del rock’. La Demencia Extrema y 7 de Brillo son las bandas protagonistas de la gira que empezará esta noche en Vayú Bar, Víctor Emilio Estrada entre Guayacanes e Higueras, Urdesa; junto a ellas estarán también Postperversión, The Cassettes y Pavimento.
El precio de las entradas es cinco dólares. El concierto incluirá una presentación audiovisual del material de Pancho Jaime, periodista político, empresario de espectáculos y precursor del rock ecuatoriano, quien nació en 1946 y fue asesinado en Guayaquil en septiembre de 1989.
La gira continuará en Quito, el 27 de febrero, con las bandas invitadas Los Puntas, Mortal Decisión, Perdido en Mí, Richard Barker y Ouranoise. También se extenderá a La Libertad, el 6 de marzo, y a Cuenca, el 13 de marzo. Los organizadores esperan que más ciudades se adhieran a este homenaje, cuya intención es preservar la memoria de un hombre que se convirtió en ícono de la cultura rockera y subterránea del Ecuador.
Para el antropólogo X. Andrade, Víctor Francisco Jaime Orellana (alias Pancho Jaime o PJ), está al principio y al final de una historia que cubre las décadas setenta y ochenta. Una historia donde nunca el rock ha existido en el vacío, y en el caso guayaquileño en particular, estuvo en sus orígenes encapsulado en un terreno de relaciones políticas.
La opinión de X. Andrade es que, más allá de las juras a la bandera de la libertad, lo que queda es la descarnada constatación de que aquí el rock no ha cambiado nada, ni tendría por qué hacerlo mientras imperen el silencio, el miedo y los sentidos restringidos de la democracia.
Chito (guitarra), Roberto (voz y bajo), David (batería) y Murdock (guitarra) componen La Demencia Extrema; una banda guayaquileña de hardcore que ya pasó los diez años de trayectoria y se ha ido del país dos veces para dejar su nombre grabado afuera.
Esta banda vive su música en el borde de la exageración. No gusta de hacer melodías ni en broma. Sus canciones son cortas y violentas. Sus integrantes se definen como un grupo totalmente urbano que no se limita a una tendencia ideológica específica, no comparte el abuso de poder y rechaza las injusticias.
Sus canciones son irreverentes y cargadas de duras críticas a la sociedad y a la política. Su mirada está cerca de la forma provocadora en que PJ escribía las revistas Censura y Comentarios de Pancho Jaime.
Roberto es un vocalista gritón, agresivo y provocador. No gusta del glamour y dice que prefiere estar lo más cerca posible del público. Su estilo no es para escenarios decorados, grandes y distantes. “Me encanta meterme al pogo con la gente, sentir su sudor y arrechera. Lo mío es participar del dato y no quedarme atrás como si nada estuviera pasando”, dice.
La Demencia tocó en 2009 en el QuitoFest, convirtiéndose en la primera banda guayaquileña en meterse en la historia del festival de música más importante del Ecuador.
7 de Brillo son Roberto Piolín Morla en batería, Wiapho Palma en la voz y los gritos, Emilio Santacruz en la guitarra y Triki Terror en el bajo. La banda cuenta con cuatro grabaciones en estudio y su música es una propuesta inesperada, loca e interesante.
Wiapho expresa que Guayaquil es una ciudad que ofrece enormes posibilidades para la creación musical, porque es una sociedad sumergida en un comportamiento extraño. Es consciente de que en cualquier esquina de la ciudad hay una historia alucinante que atrapa los sentidos y, por eso, piensa que un creador no puede estar al margen de aquello.
En los discos de 7 de Brillo están los rastros de una historia repleta de elementos absurdos. Títulos como Mala religión, La verdad sobre Abdón Calderón, La dimensión desconocida, El precio para ver a Dios, Día del Escudo y Pornografía robada sirven para alimentar la idea de una sociedad que tiene muchas cuestiones torcidas.
Cuestiones que Pancho Jaime remarcaba en sus publicaciones y sirvieron para penetrar en el pensamiento de la gente que se movía en la escena guayaquileña. PJ creció en Los Ángeles, EE.UU. Su vida como rockero, la única etiqueta bajo la cual decía sentirse identificado, fue paralela a sus inicios como periodista, primero de espectáculos musicales y luego, ya a mediados de los ochenta, de panfletos políticos.
Públicamente se presentaba como una mezcla entre un hippie y un intelectual de la clase obrera. Trabajó como lavador de platos, vendedor de periódicos y empleado de limpieza. En Guayaquil abrió los primeros bares de rock y creó Texaco Gulf, su propia banda. X. Andrade refiere que eran pésimos como músicos, pero presentaron un espectáculo innovador. La banda realizó conciertos que fueron promovidos por el propio PJ y otros improvisados empresarios que empezaban a emerger en Cuenca, Ambato, Quito y hasta Santo Domingo de los Colorados.

Pasajero llegó cargada

Demo del 12 de febrero del 2010


Pasajero tocó pista sin aterrizaje forzoso los últimos días del diciembre anterior. Llegó desde Argentina, donde los felices integrantes de esta banda guayaquileña compartieron estudios musicales y vida.
La idea, por el momento, es quedarse en el puerto y producir su música. Quizás no haya retorno a las tierras del sur, aunque todavía tienen asuntos pendientes por allá. La banda sabe que lo importante está aquí. Conquistar la escena local es una asignatura pendiente que debe desarrollar con éxito.
El arranque inicial de Pasajero se dio en el despertar de 2007. Xavier Narváez (bajo, voces), Hugo Véjar (guitarra, voces) y Rodrigo Brañas (batería, percusión) se encontraron en Buenos Aires y formaron un power trío arropados por el rock progresivo y la psicodelia de los setenta.
Sin darle mucho a la charla inútil se largaron a construir su primer trabajo, un EP titulado Ahí nos vemos. Después llegó Kike Romero y fueron cuatro. Con esa formación realizaron algunas tocadas en 2009 y su nombre entró en los oídos del poco público de la escena alternativa local.
Al frente de Pasajero siempre están Narváez y Véjar, porque la mayoría de sus canciones son a dos voces. Luego se alinea Romero con el teclado, pero también suma otra guitarra. En el fondo está Brañas y su poder constructor en la percusión. No es poco. La banda hace música que puede despegar en cualquier momento, lo mismo descansar para luego aparecer con fuerza, que si agarra desprevenido a cualquiera, puede provocar un choque de emociones dispares.
El grupo dice que anda en buseta. Lo cual solo es una frase para avisar que el vehículo en el que viajan puede arrasar a cualquiera que no esté bien sentado. También sirve para que todos se suban al carro y compartan el rock progresivo, que es el refugio natural de Pasajero.
Alguno quizás encuentre pretenciosa la propuesta de esta banda que desarrolla composiciones que, generalmente, sobrepasan los cuatro minutos, y algunas se extiende fusionándose entre sí para alcanzar largas sesiones, donde la experimentación siempre es un elemento muy presente en su estilo.
El jueves 4 tocó en el Café Habano Diva Nicotina de Las Peñas y presentó algunas canciones nuevas en un show titulado En lista de espera. El clima no acompañó a la noche porque la lluvia ahuyentó al público. Sin embargo, Pasajero se dedicó a su música con la misma sustancia que le confiere a sus prácticas. La banda sudó como si hubiera estado metida en cuarto de ensayo, y no quedó en deuda con la gente que le pidió otra cuando llegó el cierre.
Compartir un ensayo aclara las dudas sobre los arreglos y la forma de tocar. Los músicos funcionan en un pequeño cuarto de la casa de Narváez. La habitación es simple y cuenta con unos pedazos de espuma para amortiguar los sonidos, dos micrófonos, un teclado, un ventilador de pedestal, dos guitarras, un bajo, batería y algunos amplificadores.
De ese cuartito salen canciones como Tiro fácil, Daltónicos, Canción demente, Hunde tus labios, Vestida de muerte, Carmesí, Ahí nos vemos y Ella no quiere parar; composiciones de pocas palabras, mucha instrumentación, rockeras, en ocasiones cobijadas por el jazz, pero bien tocadas.

Amghelis tiene su propio estilo

Demo del 05 de febrero de 2010


Amghelis ha pasado por momentos complicados desde su creación por Tuomas Khay Cansing, en 2003. Se salvó de un incendio, desapareció algunos años y por ella desfilaron más de treinta músicos. Sin embargo, nada consiguió quebrarla, y mantiene lo que a muchos les cuesta la vida conseguir, un estilo propio, que su fundador reconoce como hibrid metal o metal híbrido.
Las palabras surgen desde la casa de Cansing, en la ciudadela La Alborada, en el norte de Guayaquil. “A mí me tocó la labor de reunirlos a todos. Fue un proceso largo”. Su proyecto empezó cuando salió de un grupo en el que tocaba porque no estaba de acuerdo con la velocidad con que se ejecutaba la música.
Primero intentó ser solista, pero alguien lo convenció de que inventara su propia banda. El asunto empezó con amigos que luego desertaron, pero el hombre siguió con su búsqueda. Atravesó por el desencanto de grabaciones costosas y horribles, la falta de dinero, de apoyo, y frustraciones por no encontrar los músicos ideales.
Pero aquello que Cansing pensó como un homenaje a su fallecido hermano Miguel Ángel, y que bautizó Amghelis, no iba a morir a pesar de los inconvenientes. El recorrido lo llevó a un concierto donde observó y escuchó a Vanessa Slaughterer, quien recuerda: “Yo hacía los coros en una banda de heavy metal. Me arriesgué con los guturales y Tuomas me vio”.
La conexión quedó sellada y ella se convirtió en la única voz de Amghelis. Era 2006 y solo tenían tres canciones. Años después llegarían el guitarrista Gianni Córdova Lord Death y el baterista Joshua Mero, quienes conforman la actual alineación y que ellos piensan es la definitiva.
Pero antes de esto, uno de los hechos que marcó a la banda fue el concierto Ultratumba, que se realizó en Quito, en abril de 2008. “Nosotros debimos estar justo en el lugar donde empezó el incendio en La Factory. Pero no estuvimos ahí porque un integrante, que siempre nos daba coraje porque llegaba tarde, ese día le agradecimos por haberse atrasado”, dice Cansing cuando recuerda uno de los momentos más difíciles que le ha tocado.
Amghelis está viva. Sus melodías, influidas por riffs rápidos y armonías basadas en el death metal, lo certifican. También lo hacen canciones como La piel de mis palabras, Cenizas y Renacer, uno de sus éxitos favoritos porque representa la historia de un grupo que estuvo muerto 2 años y volvió para quedarse.
Su estilo es rápido y complicado, se basa en la velocidad y en fusiones de death, thrash y heavy, pero en sus composiciones existen hasta rastros de pop. Al ataque están las guitarras de Cansing y Lord Death, el incesante bombardeo de Mero en la batería, pero sin duda, su gran ventaja respecto de otras bandas, reside en la potencia y estridencia de su vocalista Vanessa Slaughterer, quien suma también en el bajo con acierto y suficiencia.
Con su estilo gutural siempre va al frente y pone nervios templados. Ella no es de esconderse tras el beneficio del ruido y muchos se sorprenden cuando la escuchan hablar, porque su voz parece pertenecer a otra persona.
Sobre el hibrid metal dice Cansing: “Soy ingeniero agrónomo y aprendí que cuando uno saca una variedad híbrida de alguna especie siempre consigue las mejores características de la anterior”. Muchos preguntaban qué era lo que tocaban y él contestaba que eran hibridaciones; ahí nació el término.
Algo indispensable y fundamental para Amghelis es que sus integrantes funcionan como amigos y como músicos se entienden bien. Eso es lo que esperan demostrar cuando el próximo domingo compartan tarima con la banda estadounidense Obituary.

La Sarita deja su huella

Demo del 18 de diciembre de 2009


En noviembre de 2006 La Sarita se presentó en el festival Quitu Raymi organizado por La Casa de la Culturas Urbanas Puka Yana y el Comité Permanente Quitu-Raymi. En noviembre pasado volvió al Ecuador para compartir en el Quitu Raymi de la capital y en el Atahualpa Rock VI de Guayaquil.
La banda surgió en 1997 y pertenece al popular distrito limeño del Agustino. Su crecimiento musical partió desde seis integrantes que pronto convirtieron a La Sarita en el grupo revelación de 1998.
Actualmente sus integrates son: Julio Pérez (voz), Martín Choy (guitarra), Renato Briones (bajo), Paúl Paredes (teclado), Marino Marcacuzco (violín andino), Henry Condori (arpa andina), Dante Oliveros (percusión), Carlos Claro (batería), Demer Ramírez (flauta), Carlos Saire y Julio Salaverry (danza de tijeras).
Todos ellos forman propiamente una banda que en el escenario mete magia, actuación, danza y por supuesto música. Pero su trabajo va más allá de lo cotidiano y los moldes habituales.
La Sarita aporta una visión íntima y demasiado personal que está ligada a la tradición de un pueblo y su herencia nativa, eso le ha permitido consolidar una propuesta escénica salvaje, profunda, luminosa y de una fuerza arrolladora que sobre las tablas parece indetenible.
Con su primer disco Más poder (1999), compuesto de doce cortes, empieza un recorrido marcado por la personalidad andina de Perú, pero con la necesaria dosis de rock. Su propuesta de fiesta está cobijada con letras donde hace patente su descontento con la situación social de su país. Los recursos del grupo le permiten atreverse con canciones tipo cumbia como Colegiala, tema muy popular en los setenta.
En la letra de Globalízate su mordacidad dice: “Este planeta es un corral, este corral tiene un patrón, este patrón un capataz y a una puta como mujer. Nos tratan de mentalizar, luego nos quieren almorzar, arreados en una dirección no nos podemos resistir para nada, es el sistema, es el teorema, por las buenas, por las malas borran tu mente, señalan tu frente”.
Marcado el trayecto, La Sarita se fue de largo. Para el 2000 realiza su primera parada internacional en Finlandia. Ahí expone su propuesta en el evento Hombre y desarrollo, cuyo objetivo era conocer la vida cotidiana, la cultura y el arte de América Latina. En octubre de ese año participa en el festival Rock al Parque de Bogotá.
Danza la raza (2003), su segundo disco, sirvió para dejar atrás los fantasmas y consolidar su trabajo. Aquí la banda demostró que lo suyo no fue un golpe de suerte. Para rescatar la composición Guachimán, incluida en la película La teta asustada.
En esta etapa se unen a la banda dos músicos y dos danzantes de tijera provenientes de Ayacucho, ciudad de la sierra peruana. La Sarita reconoce que fusiona la danza con la cumbia y el rock. Desde ahí aborda temas que siempre han dejado una herida profunda en los pueblos nativos de América como en Nos quieren gobernar: “500 años parecen que son tan escasos para cambiar la historia de esta nación y la pregunta fundamental: ¿porqué no llega el futuro diferente a mi canción? ¿Qué nos conduce a la fatalidad?”, canta y reclama.
Su tesis hace que en diciembre de 2005 participe en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, integrando la comitiva peruana junto a Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Antonio Cisneros, Jaime Bayly y Tania Libertad.
“Somos una banda resultante de un proceso. Actores inconscientes de una obra, cuya escenografía empezó a montarse hace setenta años con la llegada de los primeros migrantes provincianos a Lima”, expone La Sarita.
Lo suyo también es el fruto del cambio y transformación que produjo la incontenible migración sobre el paisaje físico y social de Lima. Un desenlace de los encuentros y desencuentros que generó el contacto de las múltiples tradiciones del país entre sí, y con la cultura oficial, que quedó convertida en el gran crisol donde se forjó, y continúa forjándose, una nueva cultura y conciencia peruana.
A la música de La Sarita no le sobra nada, por muchos instrumentos que parezca tener. Su huella queda impregnada en su tercer disco: Mamacha Simona (2009), 14 cortes con un bonus para seguir cantando sin miedo.

Fértil Miseria está aquí

Demo del 05 de diciembre de 2009


La banda colombiana Fértil Miseria está en Guayaquil para compartir con los seguidores del punk y hardcore en el Wankavilka Raymi, que se realizará desde las 10:00 en la explanada del Centro Cultural Simón Bolívar. Fértil Miseria surgió en Medellín en 1990; en febrero de 2010 cumplirá veinte años de brega en el espectro musical latino.
Las fundadoras son la bajista Piedad Castro y la baterista Yolanda Molina; ellas deseaban que la banda fuera netamente femenina, pero fue complicado, sobre todo en ese tiempo, conseguir damas para tocar, porque había pocas mujeres rockeras y que, además, quisieran integrar un grupo de ese calibre.
“Fue difícil. Inicialmente la banda estuvo compuesta por tres mujeres y un hombre. Yolanda se marchó para Nueva York y la reemplazó otro hombre”, cuenta Piedad. La formación la completaban María Víctoria Castro (hermana de Piedad) como vocalista y Harley Sánchez en la guitarra, que abandonó y en su lugar entró Juan Carlos Londoño quien, a pesar de vivir en Costa Rica, se encarga de la mayoría de las composiciones de Fértil.
Piedad considera a Juan Carlos Londoño parte viva de la banda, no obstante la distancia. “Si se marcha, yo salgo atrás de él”, dice. “Siempre aporto bastante y procuro estar en la mayoría de los conciertos. No siempre se puede viajar por razones económicas o de tiempo, pero intentamos que el grupo tenga la misma conformación para tocar”, explica Londoño.
La alineación actual incluye dos mujeres y cuatro hombres; se completa con Edwin Cortés en la batería, Carlos Durango en la otra guitarra y Alan Cuervo en violín.
Fértil Miseria es una de las bandas más importantes e influyentes de la escena punk y hardcore colombiana, tanto por su trabajo musical, como por su labor de ayuda social con la población desplazada de Medellín.
Para el grupo, la música es una forma de vida, no una moda. Su estilo navega por canciones rítmicas y otras con una carga pesada. Destacan Desplazados, Pintada de blanco, Visiones de la muerte, Los generales, La primera ruptura, Qué te queda soldado, Cadenas, Inocencia perdida, donde la voz de María Víctoria Castro descansa en la contundencia de la batería, la hondura y grosura del bajo y la estridencia de las guitarras que cumplen adecuadamente con su labor.
Sin embargo, Fértil Miseria compagina su música con otra actividad. La causa del grupo es el trabajo social con los desplazados. “Creemos que es una población muy vulnerable y está muy abandonada por el Estado y por la sociedad en general. Tú ves un desplazado en la calle y la gente se imagina que es un indigente o un drogadicto, y no es así. Muchos consideran que alguien que está pidiendo es lo peor o creen que es un delincuente”, dice Londoño.
Fértil trabaja con la población menos favorecida y la más pobre. “Nosotros mismos nos metemos a los barrios y les damos ropa o comida, no delegamos, vamos a donde está la gente para comprobar que realmente vive en la pobreza”, agrega Piedad.
El grupo se considera totalmente apolítico, pero por letras como la canción Desplazados ha recibido amenazas. La banda se originó en una época en la que a Medellín le decían Metrallín. “En ese tiempo nos tocó Pablo Escobar. Ahora hay violencia por tener el monopolio para vender droga”, explica Piedad. El nombre lo sacó María Víctoria Castro de la realidad que vivía Colombia en ese momento, lo más fértil y lo que más crecía eran la miseria y la violencia.
El resto de la banda vive en Castilla, comuna noroccidental de Medellín. “No es la más pobre, pero tampoco es la más rica. Todo Medellín está afectado fuertemente por la violencia”, reflexiona Piedad.
Con esos elementos, el grupo desarrolla composiciones donde se refleja esa realidad. Fértil no hace concesiones y grita su pensamiento sin consideraciones a terceros. Desde su visión, habitada por tremendas inequidades, propone su estilo agresivo y contestatario. Sin embargo, es necesario aclarar que la banda no pertenece a ningún colectivo ni defiende intereses en nombre de nadie, porque estima que las cosas hay que realizarlas personalmente.
Actualmente la banda cuenta con los integrantes ideales, dice Piedad, porque se han entendido mucho como amigos y músicos. Su propuesta luce más creativa al incorporar teclado o violín en algunas de sus presentaciones, con letras de contenido social y de la vida real.
El tema Desplazados habla de la realidad que les tocó vivir en Colombia, donde la guerrilla, paramilitares y el Estado contribuyen a que la gente salga del campo para vivir en las ciudades. Londoño sabe que eso también se puede expresar con música.

Guerrilla Clika es calle

Demo del 06 de noviembre de 2009


Para las señas históricas queda que la banda se fundó en Quito en 1996, también que sus primeras tocadas son de 1998, y que, más o menos, anduvo hasta el 2000. Que en 2006 reapareció como Guerrilla Clika, y además surgió con un plan perfecto para conquistar el espectro musical del Ecuador.
Parte de ese plan lo propuso en el VII QuitoFest, que se desarrolló el 11 y 12 de septiembre. En el Parque Itchimbía, el grupo, se apoderó del escenario con su estilo funk rap, urbano y callejero, que tiene que ver más con lo marginal que con el glamour de los años 70, cuando este género se popularizó.
La banda tiene su enunciado: “es así como renace la Guerrilla, juntando a los panas, los hermanos; dispuestos a demostrar todo el verdadero estilo. Guerrilla de la calle, y Clika de músicos que venimos del underground para dejar en claro que la música fue hecha para mover. Es así como mantendremos vivo el funk, volvemos armados; caminando paso a paso la Guerrilla Clika está de vuelta en la ciudad”.
La clave para el grupo parece ser la calle. Estos músicos son gladiadores y guerrilleros, pero de una música que necesita ser entendida como una respuesta de la vida que ellos han compartido.
En ese ambiente se mueven y eso es lo que proyectan. Irreverencia apoyada en el dato melódico, pero no empalagoso. La banda fusiona funk y rap con voces en español y fraseo en inglés para crear su estilo.
Guerrilla Clika tiene respuesta para muchos temas citadinos, la mayoría ligados con lo urbano y muy cerca de lo subterráneo.
En el tema Ritmo del delito, la banda deja claro cómo funciona una parte de la calle donde siempre hay conflicto. Allí aparecen policías y ciudadanos compartiendo las ruinas de una sociedad que para nadie es novedad, que deambula en la crisis.
En la composición En el tráfico sobrevive una especie de hermandad con los que equivocan el camino, y el canto dice: “Esquivando muertos en el tráfico, los clásicos caminan y los trágicos no, podrías ser tú, podría ser yo”. Cualquiera se puede identificar con el ritmo lento que consigue el ambiente necesario para que la letra de la canción penetre hondo y se quede en la memoria.
La alineación con la que los guerrilleros van al frente está compuesta por Jason De la Vega en la guitarra y secuencias, conocido como J, o J Clik por sus panas; MC Micrófono en la voz; Nico Dávila en el bajo y Andrés Benavides en la batería. A esa base le agregan otros nombres para instrumentos como saxofón y teclados, y el aporte de María Fernanda Karolys, que con su voz melódica rompe la dureza de algunas frases.
Jason De la Vega es productor musical y se ha dedicado a desarrollar música para otras bandas también.
Compone, arregla y samplea. “Creo música estéticamente delicada, pero suficientemente fuerte de corazón y cuerpo, por eso monté mi laboratorio de producción llamado Gladiadores del Funk”, dice.
De la Vega, fundador junto a MC Micrófono, cree en la revolución personal, apoyada en la paz y en el respeto. Son como hermanos y comulgan con la idea de que la banda tiene el plan perfecto, pero lo importante es asegurarlo, para que nadie pueda destruirlo. La banda cuenta con el público para ejecutar su plan, por esa razón Micrófono reclama: “Cuando yo diga Guerrilla, ustedes dicen Clika”.
Y la gente se prende y se mete rápido en su música. Entiende que no se puede dejar solos a estos guerrilleros combatiendo en un escenario desprovisto de alegrías. El estilo de Guerrilla propone y exige fiesta, y en ella deben participar todos.
Una fiesta donde el cuestionamiento siempre está presente, porque la diversión no puede estar alejada de su visión musical, no importa que lo que se diga sea fuerte o contestatario. Allí la ciudad es el foco principal de las críticas. Y en frases como: “Lo que ven los ojos la mente no entiende”, del tema Viviendo mi estilo, Guerrilla hace patente esta idea.
Para la ejecución del plan también hay un demo bautizado Crema Royale, donde los seguidores de este grupo podrán disfrutar de cuatro temas siempre funkeros y dato underground. Estos músicos le podrían pintar la cara con una sonrisa a cualquiera que se tome el tiempo de escuchar su funk y participar de su propuesta.
Guerrilla Clika posee el talento, las ganas y los recursos; sobrevive en la escena independiente del Ecuador con personalidad y música propia. Lo único que desea la banda es que la gente se acerque y entienda su plan.