viernes, 16 de julio de 2010

Descomunal grita su música

Demo del 02 de octubre de 2009


Descomunal marcó presencia por tercera ocasión en el QuitoFest con su hardcore metal. La banda quiteña, que surgió en 2002, dejó sobre el escenario del festival la esencia de su trabajo, representada en tres discos: Instinto (2002), De oscuro final (2005) e Invalorable (2007). Sus seguidores rompieron garganta y cantaron unidos semejando una poderosa voz que abarcó el parque Itchimbía, donde se celebró por séptima vez este evento.
Es una banda que se retroalimenta de la respuesta del público. Cuando esto sucede no esconde nada y entrega todo cuanto puede. Al final su propuesta conduce al agotamiento físico. Sin embargo, Gustavo Dueñas (voz), Carlos Rodríguez (guitarra), Miguel Vinueza (bajo) y, el recién llegado, David Tomaselli (batería) hacen música porque les apasiona. “Cuando la gente se identifica con nuestro trabajo nos pone feliz y eso nos inspira más”, reconoce Vinueza.
Descomunal es un grupo que ya hizo los deberes dentro de casa. Ahora busca proyectarse en la escena latinoamericana. En junio estuvo en el reconocido Rock al Parque de Bogotá, Colombia. El grupo llegó a este festival por un convenio que mantiene la Fundación Música Joven, organizadora del QuitoFest, con la Filarmónica de Bogotá.
“Fuimos escogidos de una terna ecuatoriana”, dice Vinueza. La razón parece estar respaldada por temas como Héroes de plastilina, Punto sin retorno y En deuda con el tiempo, donde Gustavo Dueñas grita su música y lleva la garganta al límite de lo humano. El vocalista mete fuerzas desde las entrañas y viaja sin fallas por un sendero poblado de alaridos.
Para no desentonar en el acompañamiento está la guitarra de Carlos Rodríguez y el ataque incesante de la nueva batería de David Tomaselli, que semeja una metralleta disparando balas cargadas de desenfreno. Todo eso descansa en la profundidad que propone el bajo de Miguel Vinueza. Descomunal es una banda cargada y pesada, concebida para atacar sin tregua, diseñada para provocar efectos inmensos.
La calma no es un refugio para los quiteños y la tarima es como un gran lienzo donde los músicos realizan sus dibujos con los instrumentos. Su trayectoria le ha hecho compartir escenario con grupos destacados del panorama rockero, como Fear Factory, Madball, ambas de Estados Unidos; Ratos de Porao (Brasil) y Massacre (Argentina).
De su experiencia en el Rock al Parque, Descomunal destaca que le fue muy bien. Sus integrantes consideran un honor haber estado en ese festival, ya que aprendieron un montón. “Yo creo que hay un Descomunal antes de Rock al Parque y uno después, porque nos ayudó a hacernos profesionales en algunos sentidos, como montar un show de calidad”, acepta Vinueza.
El espectáculo que presentó en el QuitoFest fue producto de la experiencia colombiana. “Tocar en el QuitoFest es como hacerlo en casa. La reacción de la gente fue increíble y conmovedora”, dice Dueñas. La relación con este evento es cercana porque el equipo de trabajo del festival es el mismo que colabora con la banda.
Descomunal dice que el mensaje más importante que deja el festival es: “Todo lo que representa el QuitoFest es de la gente, no le pertenece a la Fundación Música Joven, ni a las bandas; el público disfruta gratis de un espectáculo de primera con el mejor equipo que se puede conseguir en Ecuador. Espero que un día celebremos los 30 años”.
La propuesta del grupo es un comprometido con el underground y con la escena callejera urbana; de ahí es donde ha sacado el cariño que sus seguidores le profesan. La pasión y la perseverancia son elementos que acompañan el proyecto Descomunal. Por ello la banda regresará a Bogotá para compartir cartel, el 11 de octubre, con Killswitch Engage, de Estados Unidos.

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