jueves, 15 de julio de 2010

Estos Enfermos no tienen cura

Página Demo de El Telégrafo del 30 de mayo de 2009


La calle es el territorio de Enfermos. Banda de punk y hardcore, cuya música resulta difícil de clasificar y definir. Jonathan Fumarola siete ternos es la batería; Daniel Carevieja cucaracha zurda es la guitarra; Juan Carlos Mimosín iguana vieja es la voz; Arturo Perico náufrago es bajo y coros. Ellos deciden contar su historia desde uno de sus escondites en la Zona Rosa, en un momento de celebración porque han comprado instrumentos.
Obviamente festejan con una buena ración de cervezas. Envueltos por la emoción, no se callan nada, meten algunos insultos, frases destempladas y gritos que son un reflejo de la personalidad de la banda. Del diálogo se desprende que Enfermos no anda con vainas y no le interesa, en absoluto, la manera en que el resto los pueda percibir.
Admiradores hasta el delirio de Eskorbuto, banda originaria de Bilbao, País Vasco, siguen su ejemplo en lo que respecta al estilo desordenado de vida, noches permanentes de juerga y situaciones extremas que han esculpido el alma de estos cuatro tipos, que se pasan el tiempo en terapia intensiva.
“Todo salió de un cuarto decadente donde nos reuníamos. Entrábamos buenos y sanos y salíamos recontraenfermos”, dice Jonathan Fumarola mientras apura un vaso. Nada es fino con Enfermos. La banda puede resultar una patada en el trasero para aquellos que buscan florituras y cositas lindas.
Lo que proponen está reñido totalmente con las buenas costumbres. Puede ser calificado como un grito desesperado de unos jóvenes que viven la vida al ritmo de sus emociones, y esas emociones no están para bromas. Aquí no hay cuento de la Cenicienta que valga, ni dramas de Buñuel, como dicen los españoles.
“Vivíamos junto a una funeraria, cerca del cementerio, a una cuadra quedaba la morgue y un poco más allá el Instituto de Higiene. Era una locura”, cuenta Arturo Perico. La banda empezó a ensayar en marzo de 2007, sin embargo, la historia es añeja.
Los hermanos Carevieja y Perico recibieron a Fumarola como uno más y ahora se consideran familia. Han compartido muchos años y su juventud la han vivido juntos. “Son demasiados años de parcería”, razona Perico. “Ya estamos acostumbrados a nosotros mismos”.
Compartir con Enfermos es una fiesta permanente, una joda que se extiende hasta el día siguiente y hace daño por la intensidad que despliega el grupo. Si alguien se da el tiempo para reparar en letras como estas: “Estos demonios bailan por toda la sala, están dentro del cuarto, muy cerca del baño al lado de tu cama. Cuando tú más sueñas, en algún momento te mueres” podrá acercarse a estos tipos, que de músicos tienen muy poco.
El disco de Enfermos se llama No tenemos cura, contiene trece temas propios, un cover del grupo chileno K-K. Urbana y un intro con sorpresa. Vacile a,e,i,o,u, Con fines de lucro, No tengo remedio, Este gobierno, 31 de diciembre (Intenso cuartito punk hardcore), Tratado como una rata, Estamos todos locos, Repartiendo odio y Decadente sistema son algunos de los títulos de sus canciones.
Disco sin pausas, de ritmo trepidante, alocado y arrasante. Acerca al desorden y el caos y es para tener cuidado. Nada fácil de digerir y con pretensiones de llegar a la locura. El que lo escucha debe hacerlo a cuenta de su propio riesgo. El grupo debería colocar una etiqueta de advertencia en su funda.
Las canciones de Enfermos salen de la calle, de la vida complicada que llevan sus integrantes. “Algunas gritan lo que vivimos, son bien lámparas, podridas y degeneradas”, dice Perico. “Vivencias personales. Son locuras”, agrega Carevieja. Por supuesto ninguna habla de amor y explican que 31 de diciembre es la favorita porque habla del inicio de la banda.
Ello promulgan que muchos están desesperados, se quieren suicidar; no encuentran salida para poder escapar; siguen atrapados en su sucia realidad; encerrados en un vicio ya no quieren respirar.
Piensan que algunos sus bombas van a tirar, muy pronto la Tierra estallará y el propio ser humano está cavando su tumba. ¿A dónde vamos a llegar? Se preguntan con ansiedad y desesperación.
“Me llaman degenerado y me quieren destruir, pero yo no soy ningún cojudo, yo puedo resistir. El hecho de mirarte me dan ganas de matarte”, grita Juan Carlos Mimosín sin despeinarse; lo mismo puede decir con una sonrisa o con una cerveza en la mano, para él no hay diferencia.
Enfermos canta lo que hace y lo que vive, no esconde nada, no tiene vergüenza. Ya realizó su peregrinación por tugurios y bares. Ahora presenta su disco para quien desee caer fulminado con su virus.

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