miércoles, 14 de julio de 2010

Arkabuz, de Galápagos al mundo

Página Demo de El Telégrafo del 31 de mayo de 2008



Arkabuz es un sentimiento de libertad. Es una invitación a soltar las amarras. La banda misma se define como un sueño en donde hay que volar, ser feliz y libre. En sus integrantes no hay amarguras, intenciones de cambiar a la gente ni salvar al mundo; y lo mejor es que eso se les nota, no solo cuando están sobre el escenario -donde más les gusta estar- sino en cada momento de su vital existencia.
El nombre de la banda fue tomado del tema Arcabuz, del grupo Promesas Temporales, que tenía a Hugo Idrovo y Héctor Napolitano a la cabeza. Los chicos que la integran solo le cambiaron la c por la k a la palabreja.
La música que presenta la agrupación no tiene poses. Está habitada por elementos que reflejan una vida de dicha. También dichosos son los que han podido conocerlos, que no son pocos. Han compartido tarima en el Día de la Música, recorrido todo Galápagos, tabernas de Quito, bares en Guayaquil; y Montañita los recibió el 24 de mayo pasado en una aventura que los dejó mas felices aún.
Clasificar y definir su música, no va con Arkabuz. Tampoco buscar identidad para intentar reflexiones sesudas. Nada de eso.
Sus músicos van a su aire y consideran que el mundo es su hogar. El lugar donde más pernoctan es Galápagos. De hecho, dicen que ahí viven. Sin embargo, ellos circulan por el planeta y sus lugares como una tortuga de las islas; despacio pero con un ritmo interior desbocado, sin frenos.
No se engañen con la lentitud inicial de algunas de sus canciones. Arkabuz suele arrancar así para luego devorar los espacios en donde se distribuyen sus acordes.
Cuatro tipos divertidos -este podría ser el titular de una película- que se la juegan por no encasillarse, son Nicolás Kamla (voz, guitarra, acordeón), Federico Idrovo-Bermeo (guitarra, acordeón, coros), Iván Vásquez (bajo, coros) y Gonzalo Fernández (batería, coros).
Ellos proponen una suerte de reggae, samba, rock, funk, ska, punk, que deviene en pasillo, muta a cumbia y se transforma en sonido Arkabuz. Sonido crudo, puro y clásico. Por favor no confundir clásico con viejo. La banda toma lo bueno que hay en todos esos géneros, aporta su vibra y rápidamente se conecta con el público.
Para distinguir el sabor de este grupo hay necesariamente que fijarse en lo que logra el acordeón. Ahí está uno de los toques personales que definen su propuesta.
Arkabuz es un arma peligrosa que dispara acordes de alegría. Es goce y disfrute. No está hecho para sufridores y desgraciados. Es simpleza de vida explotada con acierto. Es fiesta que se repite continuamente para beneplácito de sus seguidores.

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