miércoles, 14 de julio de 2010

Alma Rasta y su estilo natural

Página Demo de El Telégrafo del 17 de mayo de 2008



Alma Rasta llegó a Guayaquil una mañana lluviosa. Se presentaron en Heineken Live Music el jueves 31 de enero pasado. La noche estaba triste y no paró de llover hasta la madrugada. Quizá por eso muy poco público los pudo disfrutar. Sin embargo, la banda deleitó con su música. No se guardó nada. Fue un premio escucharlos en vivo.
Ahora vuelven al Puerto con muchas ansias. Hay un sentimiento de revancha porque saben que su trabajo gusta y no quieren permanecer anónimos.
La banda tiene recorrido. Son más de diez años dándole con todo al reggae. Una trayectoria donde sus integrantes han puesto de manifiesto su dominio en este género musical y su filosofía de vida. Empuje les sobra y por convicción no les gana nadie.
Los integrantes son varios y necesitan espacio en el escenario. Fernando Puyol lidera, pone la voz y guitarrea; Cristian “Americano” Melo, maneja el saxo alto con suficiencia; Andrés Aveiga es el señor de los teclados, David Nenger descarga en el trombón, Diego Viteri domina el bajo, Tito Haensel ‘primea’ en la guitarra y David marca los tiempos en la batería. Pero lo más importante: todos la gozan.
La música de Alma Rasta tiene conexión. No es una patada lanzada al aire para caer en el vacío. Llega. Permanece como una presencia que busca destinatario. Avanza y se mete en el cerebro buscando algún resquicio en donde plantar su semilla de libertad. Porque así es concebida. Está construida en el patio trasero de una casa de un barrio cualquiera, con los amigos. Es reggae hecho con todos los condimentos que impuso Boy Marley.
Mantiene las bases del estilo rítmico tradicional caracterizado por sus cortes regulares sobre una música de fondo tocada por la batería rítmica, y manejando bien el “beat”. Tiene la lentitud que define este género, pero en ocasiones se dispara, despierta, aparece con fuerza y rapidez avasallando el escenario y poniendo a bailar sin pausas.
También contiene una necesaria carga social, pero no es protesta ridícula, molestosa y cansona. Se deja escuchar bien sin llegar a repeler el oído de quien no está familiarizado con los sonidos del ghetto. No olvidar que el reggae nació en Jamaica entre los harapientos, como llamaron a los pobres de esa isla-país antillano y por eso siempre contiene elementos identificados con la necesidad y la injusticia.
La fortaleza de Alma Rasta radica en que la mayoría de sus integrantes son profesionales y maestros de música. En Quito siempre repletan los escenarios y son un referente obligado. Ellos quieren mucho a Guayaquil, por eso traen su “Conexión natural” y su “Verdugo insuperable”. Para gozar y conocerlos aún más.

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